ABC (Castilla y León)

Netanyahu no se da por vencido y pide bloquear el nuevo gobierno

▶Llama a los diputados conservado­res a rechazar el acuerdo entre ocho partidos para apartarle del poder ▶El primer ministro alerta a Israel del «fraude del siglo» y de una coalición «de izquierdas» y «peligrosa»

- MIKEL AYESTARAN CORRESPONS­AL EN JERUSALÉN

Parece que al mago Benjamín Netanyahu se le agota la magia y necesita un golpe de efecto para intentar frenar la creación del gobierno de coalición impulsado por ocho partidos que amenaza con apartarle del poder. El primer ministro en funciones recurrió a Twitter para criticar ese gobierno que, aunque estará dirigido los dos primeros años por el ultranacio­nalista Naftali Bennett, considera «de izquierdas» y «peligroso».

Netanyahu sigue el estilo de su admirado Donald Trump cuando ve acercarse la derrota y alerta de que Israel está a las puertas del «fraude del siglo». Para evitarlo, convocó de urgencia a las fuerzas conservado­ras aliadas para intentar bloquear el cambio liderado por Bennett y Yair Lapid en la decisiva votación del parlamento.

Tras la firma ‘in extremis’ del acuerdo la noche del miércoles, media hora antes del final del plazo, el parlamento tiene ahora la palabra y se ha convertido en el nuevo campo de batalla.

La coalición, que busca poner fin a la era Netanyahu, inició los trámites para cambiar al presidente de la cámara, Yariv Levin, miembro del Likud que podría intentar retrasar al máximo la votación con el objetivo de que Netanyahu tenga tiempo de lanzar alguna maniobra que acabe con el consenso de una oposición tan heterogéne­a. Partidos de extrema derecha, derecha, centro, izquierda e islamistas solo tienen en común el deseo de acabar con Netanyahu.

Ante las dudas internas en Yamina sobre la necesidad de remover a Levin de su puesto, la Lista Conjunta árabe mostró su apoyo a Lapid y aseguró que sus diputados están dispuestos a votar a favor del reemplazo para colocar a Mickey Levy, de Yesh Atid, al frente de la cámara. El lunes podría producirse el relevo, según los planes de la coalición.

La participac­ión en la coalición de un partido árabe es un hecho insólito en la política israelí, de la que los miembros de esta minoría árabe han estado al margen, a pesar de que los descendien­tes de los palestinos que permanecie­ron en sus tierras tras la creación en 1948 del Estado judío suponen en la actualidad la quinta parte de la población del país. La foto de Mansur Abas con Lapid y Bennett, los tres sonrientes, es una de las imágenes más llamativas de los estos días.

El plan del Likud pasa por aumentar al límite la presión sobre los siete diputados de Yamina, partido de Bennett en el que no todos ven con buenos ojos la estrategia de su líder. Matan Kahana, miembro de la formación que apunta a próximo ministro de Asuntos Religiosos, declaró al diario Israel ‘Hayom’ que «estamos bajo una presión enorme» para votar en contra del nuevo gobierno.

«Está por todas partes, redes sociales, llamadas telefónica­s, protestas delante de nuestras casas… hasta el punto de que se están cruzando líneas rojas. Algunos diputados sienten que hasta sus hijos están en peligro», denunció Kahana.

El grado de las amenazas desde la ultraderec­ha israelí llevó a las autoridade­s a transferir al Shin Bet, servicio de inteligenc­ia doméstica, la seguridad personal de Bennett, que a partir de ahora recibe la misma protección que el primer ministro del país.

Después de doce años al frente de Israel, el primer ministro puede perder el poder a manos de políticos que fueron durante años estrechos colaborado­res. Bennett fue su jefe de ga

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