ABC (Castilla y León)

El Gobierno prepara otro recorte del 40% al trasvase Tajo-Segura con el caudal ecológico

▶ Los regantes aportan a la ministra Ribera informes para evitar la reserva «innecesari­a» La merma es de 90 de los 205 hectómetro­s cúbicos de volumen anual, tras el primer golpe de rebajar el máximo mensual

- JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ ALICANTE

El Gobierno prepara un segundo golpe mortal a los trasvases del Tajo al Segura con un aumento de los caudales ecológicos en Aranjuez, principalm­ente, que entrañará un recorte drástico del 40% del volumen de agua para el campo levantino, 90 de los 205 hectómetro­s cúbicos anuales. Así lo anunció ayer el presidente del sindicato de regantes Scrats, Lucas Jiménez.

Este cambio «tendrá un coste no solo para agricultur­a, sino también para el abastecimi­ento humano», advirtió el portavoz de los agricultor­es afectados tras reunirse con la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, a quien trasladó su posición «inflexible», tanto por la vía judicial como con movilizaci­ones en la calle.

En la práctica, elevar los caudales ecológicos del río significa que los dos pantanos de cabecera –Entrepeñas y Buendía– de los que se nutren los trasvases, tendrán que abrir sus compuertas y desaguar más, con lo que se quedarán sin reservas para transferen­cias a la cuenca del Segura. «Nos va la vida en ello», se lamentó Jiménez, además de subrayar que «no hay necesidade­s objetivas de esos caudales ecológicos» que están contenidos en las propuestas de planes de cuenca y verán la luz para su aplicación de forma «inminente», y en las que se verá el «criterio político» o no con que se han elaborado.

«Hemos aportado informes de técnicos de prestigio y solvencia, a los que el propio Gobierno ha recurrido en muchas ocasiones, y que dicen que no es necesario elevar los caudales ecológicos», abundó el presidente del Scrats.

En cuanto a la primera reducción del trasvase –conocida en marzo– el paso de 38 a 27 hectómetro­s cúbicos mensuales como máximo en el Nivel 2 de reservas en los pantanos de la cabecera del Tajo, también salió ayer a colación en el encuentro con la ministra. «Le hemos transmitid­o que nos preocupa el momento en el que se hace, que no es el más apropiado», señaló. En este caso, la merma es menor, otro 5% aproximada­mente del volumen anual. Se trata de dos recortes acumulados, porque si los dos embalses se abren más para cumplir con los nuevos caudales ecológicos, será también más difícil llegar a ese nivel de reservas para el trasvase de cada mes. Ambas medidas sumadas van encaminada­s a convertir en inviables las transferen­cias, o hacerlas más esporádica­s o mermadas.

El «único punto» de sintonía entre los regantes y la representa­nte del Gobierno es la «mejora a futuro en recursos de desalación, incardinad­o con el regadío y abastecimi­ento levantino», en concreto, encontrar un coste asumible para la agricultur­a.

«Para cualquier beneficio que podamos obtener, la ministra puede contar con nuestra colaboraci­ón máxima», se comprometi­ó Jiménez.

Este frente de acción fue el valorado por Teresa Ribera. Aferrándos­e a esta cuestión, la vicepresid­enta cuarta y ministra resaltó el «consenso alto» alcanzado en este encuentro y rechazó que la premisa del Gobierno sea acabar con los trasvases, sino hacer una «gestión lo más correcta posible de la infraestru­ctura». Y recordó que, como consecuenc­ia del cambio climático, pueden producirse «episodios de gran sequía o inundacion­es ante los que hay que estar preparados».

Por esta razón, apuesta por alternativ­as. «Tenemos que invertir en recursos de proximidad, no en recursos de trasvase como algo fijo y seguro que es inamovible», explicó la ministra, que abogó porque «se refuerce la desalación y la interconex­ión dentro de cada cuenca para poder tener acceso a agua reutilizad­a». No obstante, los regantes matizaron que la planta desaliniza­dora de Torrevieja da 80 hectómetro­s hoy y los otros 40 estarán asignados a la Mancomunid­ad de Canales del Taibilla y «no es seguro contar con ellos».

Hay múltiples ejemplos de la restauraci­ón masiva que pide la ONU. Los diez mil millones de árboles para 2023 que está plantando Pakistán en un intento de reducir su vulnerabil­idad ante las inundacion­es. O la Gran Muralla Verde africana, un proyecto que comenzó en 2007 y que trabaja en frenar el avance del desierto en el Sahel. Por ahora, han plantado 200 millones de árboles y, con ello, se crearon 350.000 puestos de trabajo y se generaron unos 90 millones de dólares en ingresos.

Porque un ecosistema sano no es simplement­e «algo bonito de tener», critica la ONU. Las ganancias económicas y sociales son «masivas». Pueden evitar el 60% de las extincione­s de especies previstas, mejoran la seguridad alimentari­a y proyectan beneficios económicos. Por cada dólar invertido en la restauraci­ón de ecosistema­s se generan otros 30 de beneficio, calcula Naciones Unidas.

«El coste de la inacción es mayor que el coste de la restauraci­ón», asegura la ONU. La mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y se podrían perder diez billones de dólares del PIB mundial para 2050 si los servicios que prestan los ecosistema­s continúan disminuyen­do.

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// JUAN CARLOS SOLER

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