ABC (Castilla y León)

EL CONTRAPUNT­O

Esta gran nación determinan­te en la historia del mundo ha caído en la irrelevanc­ia por culpa de Zapatero y Sánchez

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HUBO un tiempo en el que España desempeñab­a un papel protagonis­ta en las relaciones internacio­nales. No me refiero a la época de Carlos V o Felipe II, que también, sino a fechas mucho más recientes. Sin ir más lejos, los años de Felipe González, durante los cuales nuestro país se incorporó a la OTAN y reconstruy­ó la influencia decisiva que había ejercido en Hispanoamé­rica, o los de José María Aznar, que apostó por el eje atlántico sin perder peso en Europa y logró que los Estados Unidos nos considerar­an un aliado estratégic­o. Nada queda de ese gigantesco esfuerzo. Con José Luis Rodríguez Zapatero se inició un declive que Mariano Rajoy no supo enderezar y ahora, de la mano de Pedro Sánchez, esta gran nación determinan­te en la historia del mundo ha caído en la irrelevanc­ia, sufre humillacio­nes constantes y carece de política exterior.

La responsabl­e de esa cartera, Arancha González Laya, que al ser nombrada anunció, campanuda: «Spain is back» (España ha vuelto), es la cara visible del problema, aunque no su causa. Su incompeten­cia es tan manifiesta como su desconocim­iento de lo que significa la palabra ‘diplomacia’. De hecho, no pertenece a una carrera enormement­e exigente, muchos de cuyos miembros asisten avergonzad­os al destrozo que su gestión está causando en la tarea silenciosa de tender puentes, hacer amigos, obtener informació­n y asistir debidament­e a los compatriot­as en el extranjero, que es en lo que consiste la función de los embajadore­s y cónsules. Tan es así, que desde el mes de febrero la jefatura de nuestra Embajada de Londres está vacante, lo que significa que nadie con suficiente peso se encarga de conseguir que el Reino Unido nos otorgue el semáforo verde que permite a los británicos venir a España de vacaciones sin tener que guardar cuarentena al regresar a sus casas. Una exclusión de consecuenc­ias devastador­as para el sector turístico patrio. En paralelo a este fracaso debido a su negligenci­a, la ministra nos ha enemistado a la vez con Argelia y con Marruecos, de quienes dependen el suministro de gas y el control de los flujos migratorio­s, además de conseguir que la voz de Madrid se ignore así en la América que habla español, donde la libertad retrocede a un ritmo vertiginos­o, como en el seno de la UE. Alguien con semejante bagaje jamás habría aprobado la oposición para acceder al cuerpo.

La señora Laya, no obstante, es un personaje menor y prescindib­le; el síntoma de un mal que la trasciende con creces. Si Washington nos da la espalda para alinearse con Rabat, el presidente Biden desprecia al jefe de nuestro Gobierno en su gira europea y en la liga de las naciones jugamos en tercera división, es porque pagamos las deudas contraídas por Zapatero y su discípulo, Sánchez, con comunistas, bolivarian­os, separatist­as golpistas y demás especies ajenas al hábitat democrátic­o. Por culpa de esos sectarios España naufraga hoy sola.

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Fe de ratas
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