Recurrido el auto que ve delito leve en la agresión a una niña por pintar una bandera de España
▶ La familia cree que la profesora de Tarrasa lo hizo por «su aversión hacia lo español» «Hacía política con los alumnos» sin saberlo los padres
Actuó «sabiendo que causaba daño a la menor» y la movió «su aversión hacia lo español». Los abogados de la familia de la niña de 10 años que fue «agredida y humillada» por su maestra en la escuela Font de l’Alba de Tarrasa (Barcelona) tras pintar una bandera de España han presentado un recurso de apelación contra el auto de 15 de marzo de 2021 del Juzgado de Instrucción número 2 de la localidad que considera la actuación de la docente un «delito leve». En su escrito, adelantado por ABC en su edición del pasado día 10 de abril, el juez consideraba que la docente actuó sin motivación ideológica y no quiso lesionar ni humillar a la niña.
La acusación particular niega ahora ambos supuestos. En su recurso de apelación, consultado por este diario, alega que la denunciada actuó de manera consciente al vejar a la menor y que su «ideología independentista» fue la que la llevó a actuar con «mayor contundencia con esta alumna respecto a otros niños que también la desobedecieron». Los denunciantes acusan a la profesora de «agredir» y «humillar» a la estudiante «por dibujar una bandera de España y pintar el lema ‘¡Viva España!», de «retirarle la silla haciéndola caer al suelo y causarle lesiones», de «romper el dibujo delante de sus compañeros de curso» y de «echarla de clase», con la humillación que eso supuso para la menor.
Añaden que la profesora actuó así sin que «hubiera habido problema alguno anterior con la alumna» ni tampoco «animadversión» de esta hacia «La profesora es militante independentista hasta el punto de desobedecer a la directora y hacer caso omiso de sus advertencias sobre llevar lazos amarillos dentro de la clase», alega la acusación particular en su recurso al argumentar que hubo motivación ideológica en la actuación de la docente de Tarrasa denunciada.
Recuerda, asimismo, que en algunas ocasiones la maestra «se posicionó a favor del expresidente Carles Puigdemont, haciendo política con niños de nueve años». la docente. Recuerdan, asimismo en el escrito, que, además de «lesiones físicas», que constan en el parte médico presentado como prueba por la familia, como consecuencia de este episodio la niña «sufrió un trauma que le llevó a tener que realizar terapia e incluso padeció enuresis nocturna en varias ocasiones tras el suceso».
La denunciada sabía, asimismo, según recuerdan los abogados de la familia, que la menor «estaba pendiente de ser operada de una hernia». Por todo ello, y teniendo en cuenta la «ideología independentista» de la denunciada –«pese a las advertencias de la directora del centro seguía luciendo lazos amarillos en clase»–, deduce que «existen indicios más que suficientes de que la maestra actuó de ese modo contra la menor a sabiendas del daño que le causaba». Arguyen también que «no sancionó del mismo modo» a ningún menor «por no cumplir sus indicaciones». «A ninguno le fue a buscar hasta su silla y se la retiró provocando su caída al suelo, a ninguno le golpeó y le sacó de clase», señalan.
«Entendemos que por todo ello constituye un delito de odio del artículo 150.2 del Código Penal, así como un delito de lesiones del artículo 147. 1 del mismo Código y que procede el enjuiciamiento de la profesora», concluye el escrito de impugnación. Por último, piden al juzgado que admita a trámite el recurso y lo remita a la Audiencia Provincial de Barcelona para que la causa prosiga.
Los hechos ocurrieron el 17 de junio de 2019 y tras la polémica generada por la noticia y «el trauma que causaron los hechos a la menor», la familia decidió trasladarla a ella y a sus otras dos hijas, de edades inferiores a la afectada, y que se encontraban escolarizadas en la misma escuela, a otro centro educativo de la localidad.
Año y medio de pandemia Covid-19, lo honrado es constatar que seguimos lejos de dominar el problema, aunque lo inteligente es saber aplicar lo aprendido para reducir más sus tremendos efectos en la sanidad y la economía. Muy reveladora la estadística mundial: en cinco meses de 2021, 89 millones de casos, mientras que en la totalidad del año 2020 fueron algo más de 83 millones. La mortalidad por Covid sigue pauta parecida, 1,8 millones de fallecidos en 2021, cuando en todo 2020 fue de 1,9 millones.
El esfuerzo tan notable en pro de terapias específicas de Covid, aprobables por las agencias regulatorias de medicamentos, arroja resultados modestos. Apenas un antivírico (remdesivir), algún anticuerpo monoclonal que bloquea al virus, a lo que se unen tratamientos para los efectos de la infección como la clásica dexametasona, contra la excesiva reacción inmunitaria, así como la oportuna anticoagulación. El resto, depende de la demostrada pericia de los responsables de la atención médica, para dar el oportuno mantenimiento al enfermo, confiando en que sus defensas superen el trance.
El gran éxito sanitario que supone la vacuna sigue pendiente de su mayor extensión en el mundo, y de vacunas nuevas. Solo se han administrado unos 2.000 millones de dosis, aun se precisa de su extensión global, para que la inmunidad colectiva sea de verdad del conjunto de la humanidad. Mientras tanto, seguiremos pendientes de dos cuestiones no fáciles. Que el control de viajes y desplazamientos sea racional, y que la evolución de las variantes del virus no anule el valor de las vacunas. En medio de tanta variante (británica, sudafricana, brasileña, india) destaca la mutación E484K en todas, un cambio genético que les permite esquivar, sólo en parte, las defensas inmunitarias, con ello no se anula totalmente el valor de la vacunas en uso. La administración Biden en USA propone mayor inversión pública en I+D, señalando que se oriente más a resolver problemas que a crear nuevo conocimiento. ¿Otro efecto de la Covid? Ya veremos, muchos estamos en la apuesta: nuevo conocimiento para nuevas soluciones.
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