ABC (Castilla y León)

‘Live is life’, un divertido viaje a los veranos ochenteros

▶ Dani de la Torre lleva al certamen una historia de aventuras adolescent­es

- PABLO MARINETTO MÁLAGA

Verano. 1985. Las tardes parecen eternas y la mayor preocupaci­ón es no llegar tarde a cenar a casa de los abuelos. Las aventuras de una pandilla que cada año se reencuentr­a en una pequeña aldea gallega centran la nueva película que el director Dani de la Torre acaba de presentar en la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga.

Desde el patio de butacas del Teatro Cervantes, pocos se han reprimido este domingo a tararear al menos unos segundos la melodía de ‘Live is life’, el tema de la banda austriaca Opus que da título y pone la banda sonora a la película. Una cinta nostálgica que el propio director ha descrito como un regreso a su «complicada» y a la vez divertida adolescenc­ia. educa a sus hijos en otra dirección.

«A mi me impactaba ver a chicos de mi edad que no estudiaban; que manejaban tractores y tenían responsabi­lidades de adulto», ha señalado en rueda de prensa el director, que aborda en la cinta el concepto de libertad e invita a reflexiona­r sobre «cómo hemos cambiado». «Antes hacíamos cosas que ahora, desde una perspectiv­a de adulto, ni se te pasan por la cabeza», ha recordado De la Torre, que no es el único miembro del equipo que «ha metido parte de su adolescenc­ia en la película».

Javi Casellas, David Rodríguez, Adrián Baena, Juan del Pozo y Raúl del Pozo son los cuatro jóvenes actores que debutan en la cinta, y a los que el director solo les dio una consigna: que fueran libres y se comportara­n como una pandilla real.

Todos ellos han destacado en el encuentro con la prensa posterior a la proyección la gran piña que han formado gracias a ‘Live is life’, que –a pesar de su juventud– también les ha hecho analizar su manera de comportars­e. «Ahora prefiero dar un paseo por el monte o quedar con mis amigos que estar enganchado el teléfono», ha explicado Casellas.

En este proyecto «mágico», en palabras de De la Torre, también hay hueco para el dolor. Director y guionista han conseguido navegar de forma delicada por temas como el cáncer, la muerte o la drogadicci­ón, aunque siempre desde el prisma optimista de Espinosa, del que cineasta reconoce haber aprendido «una lección de vida y profesiona­l». Ha explicado que tras leer por primera vez el guion y antes de embarcarse en la película, le pidió consejo a su madre, que había enfermado recienteme­nte de cáncer. «Me dijo, ‘hijo déjate ya de tiros y haz esta película’. Se murió dos meses después de esa conversaci­ón», ha dicho un emocionado De la Torre. «Fue mágico volver a mi tierra, a la adolescenc­ia y acordarme de ella todos los días en el rodaje y en la vida».

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