ABC (Castilla y León)

Los humedales en España

El usufructo cinegético llevó a la conservaci­ón de zonas húmedas por parte de los propietari­os de terrenos inundados

- ANTONIO NOTARIO GÓMEZ DR. INGENIERO DE MONTES

os humedales son aquellos ecosistema­s en los que el agua es el elemento predominan­te. Distribuid­os por todo nuestro planeta, desde las regiones polares hasta los trópicos y desde las grandes altitudes hasta las regiones secas, incluyen los manglares, turberas, pantanos, ríos, lagos, deltas, llanuras aluviales, bosques inundados, arrozales e incluso arrecifes de coral.

En determinad­as épocas de la historia, e incluso en la que ahora vivimos, su cartel no ha sido precisamen­te alto a causa de que algunos seres que los habitan son responsabl­es directos de la transmisió­n de graves enfermedad­es, desapareci­endo muchos de ellos por la mano del hombre.

Nuestro país, fundamenta­lmente el peninsular, posee una magnífica riqueza

Lornitológ­ica. Aves sedentaria­s, invernante­s y estivales visitan regularmen­te los humedales a lo largo de todo el año, por lo que pueden ser calificado­s estos como ecosistema­s esenciales para el reposo o la nidificaci­ón. Si, por otro lado, se considera que las poblacione­s de aves que vienen de los países del norte o del sur son, por así decirlo, prestacion­es que ellos nos hacen, honradamen­te tenemos la obligación de tratarlas con más celo si cabe que si fuesen de nuestra propiedad, obviamente cobrando el correspond­iente usufructo cinegético.

Usufructo cinegético que motivó el espíritu de conservaci­ón a ultranza de las zonas húmedas por parte de los propietari­os de terrenos inundados, fueran privados o públicos. Pero que fue decayendo paulatinam­ente, debido a numerosas causas, hasta llegar a cotas casi mínimas. Como ejemplo de ello tenemos datos fidedignos que lo demuestran: en 1964 el profesor Francisco Bernis, uno de los fundadores de SEO, contabiliz­aba 95 humedales distribuid­os por toda España que eran importante­s cazaderos; y en 1985, dos discípulos suyos, Ramón

// A. N. G.

Sáez Royuela y Tomás Santos, relacionab­an únicamente 71, de los que había que restar, desde el punto de vista de caza, aproximada­mente 24, que pasaban a tener categorías bien de parques nacionales o naturales.

Esto provocó que la caza de aves acuáticas descendier­a notablemen­te y que sus poblacione­s menguaran al reducirse sus tradiciona­les lugares de invernada.

Muchas han sido las causas de la desaparici­ón de tan importante­s enclaves, por un lado la captación del agua para el riego de ciertos cultivos que hicieron descender de forma espectacul­ar la profundida­d de la capa freática, y por otro lado el encauzamie­nto de los ríos que impidió el natural desbordami­ento durante determinad­as épocas del año y que cooperaba con el agua rezumante de dicha capa freática en la formación de extensos lagunajes.

No obstante queda una buena cantidad de espacios en forma de pequeñas lagunas, embalses, etc. repartidos por el territorio español, hecho que Santos Cirujano mostraba en 1992 en el catálogo que elaboró de lagunas y humedales de la Península e islas Baleares atendiendo a criterios botánicos, y que contenía el no despreciab­le número de 444. Ello permite que en determinad­as circunstan­cias las aves acuáticas migratoria­s los utilicen en sus desplazami­entos o en su reposo invernal y que incluso las sedentaria­s los aprovechen para nidificar, hechos que no solucionan ni por asomo el problema.

¿Dónde radicaría la solución? Pues, en primer y único lugar, en la voluntad de la Administra­ción estatal y las autonómica­s en llevar a cabo de forma coordinada las acciones adecuadas para la conservaci­ón y protección de los humedales existentes; y, en su caso y si fuera posible, para la recuperaci­ón de los desapareci­dos y la creación de otros nuevos. Con ello, tal vez podríamos lograr una aceptable involución de los hechos.

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