ABC (Castilla y León)

Una segunda vida para Fabero

- DIEGO L. GONZÁLEZ PONFERRADA

a localidad berciana de Fabero (León) espera que la recién aprobada declaració­n del Conjunto Etnológico de la Cuenca Minera de Fabero, como Bien de Interés Cultural, suponga «un cambio dinámico para la atracción de turismo» al municipio, uno de los más castigados por la crisis del carbón y el cierre de las explotacio­nes y los negocios que dieron riqueza a la zona durante

Lmás de un siglo. Es la impresión que transmite, ilusionada, su alcaldesa, Mari Paz Martínez (PSOE). Después de años de olvido, decadencia y despoblaci­ón, con escasa atención de las administra­ciones y demasiado desánimo entre sus vecinos, la regidora quiere ver las primeras «luces» al final de un túnel que se ha hecho demasiado largo.

De hecho, reconoce que, después de la aprobación del BIC, hace ya más de mes y medio, «han aumentado las visitas al Pozo Julia. Es verdad que siempre han tenido muy buena acogida, pero ahora se han notado más». El Pozo Julia es la primera de aquellas instalacio­nes carboneras que están abiertas al turismo. Ubicado a pocos metros del centro urbano de Fabero, hace pocos años, la iniciativa de un grupo de antiguos mineros propició su conservaci­ón y salvó aquel espacio del expolio. Los propios trabajador­es se encargaron de recrear una jaula que imita el descenso al pozo y una galería, donde el visitante se puede encontrar con todo lujo de detalles de una labor tristement­e ya perdida. El paseo se completa por las instalacio­nes de las antiguas duchas, donde se pueden ver colgadas las fundas de trabajo que se utilizaban en el interior de la explotació­n o la caseta donde se recibían y entregaban las lámparas necesarias para vivir en la oscuridad. También se puede pasear por los espacios exteriores, donde se contemplan vagonetas y, en especial, un impresiona­nte castillete. No menos llamativo resulta, a pocos metros de allí, el castillete del Pozo Viejo, recienteme­nte restaurado con una subvención de la Junta y que fue el embrión de la declaració­n BIC. Son los emblemas de un tiempo pasado, que pueden abrir la puerta al futuro.

El conjunto etnológico minero de Fabero es el primero que reconoce antiguos espacios industrial­es que se dedicaron a la obtención de carbón y sus edificios complement­arios, como patrimonio cultural. Se incluyen seis enclaves. Y ahí, destacan tres viejas explotacio­nes carboneras –a las mencionada­s instalacio­nes se suma el Pozo Alicia, donde se mantienen el lavadero, los almacenes y el edificio de la bocamina–. Los otros tres puntos de interés son la Mina Negrín; las «líneas de baldes», que permitían trasladar el

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