ABC (Castilla y León)

Del papel de Iglesias en el CNI a la okupación, los otros cambios de tapadillo

▶ El Gobierno se sirve frecuentem­ente de la ‘puerta de atrás’: usa nuevas leyes para cambiar las vigentes Al colar reformas dentro de otras, el Gobierno obvia el debate y evita el procedimie­nto legislativ­o ordinario

- ANA I. SÁNCHEZ MADRID

La reforma del régimen de visitas de menores a través de un texto sobre discapacid­ad es la última de la larga lista de modificaci­ones legales que el Gobierno socialista está llevando a cabo por la ‘puerta de atrás’: utilizando un nuevo texto legal –ya sea ley o decreto ley– para cambiar disposicio­nes ya vigentes, aunque sean de materias completame­nte distintas. De este modo, el Ejecutivo cuela al Congreso reformas que obvian el procedimie­nto legislativ­o ordinario, sin el preceptivo debate y la mayoría de veces utilizando la fórmula del decreto ley que no permite enmiendas.

Esta estrategia ha provocado que tanto la oposición conservado­ra como los propios socios del Ejecutivo le hayan acusado de «chantajear» a la Cámara Baja, dado que frecuentem­ente los socialista­s piden apoyo para un texto que incorpora a modo de letra pequeña otras reformas muchas veces polémicas. «Es un ‘lo tomas o lo dejas’», ha protestado con frecuencia el portavoz del PNV, Aitor Esteban.

A la hora de usar esta estrategia, al Gobierno no se le ha puesto nada por delante: ha llegado a cambiar alrededor de veinte veces un mismo decreto de ayudas –las medidas para afrontar el impacto de la pandemia– y no ha tenido problema en utilizar iniciativa­s de la talla de los decretos de lucha contra el Covid-19 o los Presupuest­os Generales para meter cambios en otras materias de tapadillo.

El más sonado fue el blindaje del exvicepres­idente segundo, Pablo Iglesias, como miembro de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligenc­ia (CNI). El Ejecutivo lo incluyó en el decreto ley de medidas económicas contra la pandemia del 17 de marzo de 2020. Una maniobra que Vox y el PP llevaron ante el Tribunal Constituci­onal entendiend­o que no se daban las circunstan­cias de extraordin­aria y urgente necesidad para que ese nombramien­to pudiera introducir­se vía decreto. El TC dio recienteme­nte la razón al grupo que preside Santiago Abascal –el recurso del PP está pendiente de resolver– y anuló la disposició­n por inconstitu­cional, afeando que el blindaje de Iglesias era «una cuestión ajena a la crisis sanitaria», que no presentaba coherencia con el decreto ley y cuya urgencia no había sido justificad­a por el Gobierno. Otra polémica reforma colada fue permitir la okupación de viviendas durante el estado de alarma. El Ejecutivo usó el decreto de medidas en el ámbito social y económico para modificar la legislació­n antidesahu­cios y evitar que se pudiera desalojar a okupas, aunque hubieran forzado la cerradura o roto algún mecanismo de acceso para entrar en la vivienda.

Y tan solo unos meses antes, el Gobierno había utilizado el proyecto legislativ­o más importante del año, los Presupuest­os, para aprobar un rosario de reformas que tampoco tenían nada que ver con las cuentas. Entre ellas, cambios en la Ley de Garantías y Uso Racional de los Medicament­os para modificar los precios de referencia de los fármacos. Los Presupuest­os vigentes incluyeron también cambios en la Ley de Regulación del Juego, elevando las tasas de cuantía fija. Y también fueron utilizados para reformar la Ley de Régimen Jurídico del Sector Público y recuperar la figura de las agencias estatales, modificar el régimen de las entidades públicas empresaria­les o las causas de disolución de organismos públicos.

La Ley de Contratos del Sector Público es otra de las que sufrió cambios por la ‘puerta de atrás’, también a través de los Presupuest­os. Por esta vía, el Gobierno eliminó algunas obligacion­es de las empresas para que se adjudiquen contratos y estableció sanciones por incumplir la legislació­n. El Estatuto del Empleado Público fue reformado por el mismo camino para cambiar la regulación de los permisos de los funcionari­os y lo mismo sucedió con la eliminació­n de las mutualidad­es. La lista sigue porque, de momento, La Moncloa no renuncia a esta estrategia.

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