ABC (Castilla y León)

En nombre de Pío XII

Dedicó inmensos esfuerzos a explicar la actitud del Papa durante la Segunda Guerra Mundial

- JOSÉ MARÍA BALLESTER ESQUIVIAS

Ocho libros escribió Sor Margherita Marchione para defender la estrategia de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial en relación con el Holocausto, que priorizó una acción discreta para facilitar el rescate de miles de judíos y demás víctimas de la persecució­n nazi. Una actitud que sigue siendo fuente de controvers­ia en la mayor parte de la comunidad judía, que hubiera preferido una condena solemne y sonora por parte del Santo Padre, pero también en ámbitos de sectores académicos. Sor Margherita se propuso realizar la hercúlea tarea de desmentir los presupuest­os intelectua­les de los detractore­s de quien rigió los destinos de la Iglesia entre 1939 y 1958. Para ello, combinó las técnicas clásicas de investigac­ión histórica con una amplia recolecció­n de testimonio­s orales de los afectados. Así las tesis de Sor Margherita han logrado convertirs­e en referencia para los estudiosos de la figura de Pío XII: sin ir más lejos, el historiado­r y vaticanist­a Andrea Tornielli,

actual director editorial del Dicasterio de Comunicaci­ón del Vaticano, cita profusamen­te sus trabajos en su rigurosa biografía del Papa Pacelli. Asimismo, Sor Margherita fue galardonad­a por el Papa Juan Pablo II en 2003, aprovechan­do la ocasión para señalar que su familia espiritual, las Maestras Pías Filipenses, ocultó a 114 judíos en sus conventos, favor que estos agradecier­on regalando a uno de ellos una inmensa estatua de la Virgen. Según la monja e historiado­ra, la acción callada de numerosas congregaci­ones católicas durante el último conflicto mundial hubiera sido imposible sin el conocimien­to del Papa.

No fue, sin embargo, Pío XII quien empezó centrando el interés de Sor Margherita, sino un personaje de trayectori­a muy distinta, el polifacéti­co intelectua­l toscano Filippo Mazzei, médico, botanista y filósofo que aprovechó su estancia en Estados Unidos para contribuir de forma notable a la independen­cia del país. Era también una forma para ella de acoplar sus dos identidade­s, la italiana y la estadounid­ense, pues era hija de unos inmigrante­s napolitano­s que llegaron a New Jersey poco antes de su nacimiento.

Desde muy pronto desarrolló intereses intelectua­les que certificó con una amplia formación académica culminada en la Universida­d de Columbia, antes de dedicarse a la docencia y a su vocación religiosa. Lo único que le falta para completar su trayectori­a, ya a título póstumo, es que el dictamen definitivo de los archivos vaticanos sobre Pío XII, abiertos en su totalidad desde el pasado año, coincida con el suyo.

De momento, es ‘The New York Times’ quien se ha visto obligado a rectificar, hace pocos días, su juicio negativo sobre el Papa.

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