El fotógrafo español Emilio Morenatti gana el premio Pulitzer
▶ El fotoperiodista ha sido reconocido por sus imágenes de la pandemia
ta de la asociación de familias con hijas e hijos sordos de Cataluña, ‘Volem Signar i Escoltar’ (Queremos Signar y Escuchar), llevó recientemente al Congreso lo que ya se conoce como ‘síndrome de la privación lingüística’, que no es otra cosa que el hecho de privar a los alumnos sordos de recibir esa educación bilingüe, y que esta sea de calidad. Precisamente cuando se clama contra el hecho de que haya autonomías que están marginando idiomas de esa enseñanza vehicular –incluido el propio castellano–. González y Díaz presionan: la ‘ley Celaá’ o Lomloe contiene una medida de promoción de educación bimodal para este colectivo. «El Gobierno tiene una prueba de fuego. Veremos cómo se materializa y si es capaz de lograrlo», dicen, incrédulas, las familias.
En España, según los últimos datos publicados por INE, hay 1.064.600 personas mayores de 6 años sordas o con algún tipo de pérdida auditiva. En casa de Antonia, en la localidad madrileña de Leganés, hay dos de ellas. Maestra de Educación Infantil, Laura no encuentra trabajo después de que a comienzos de curso se prescindiese de su labor en un colegio. También se privó a una compañera suya de Granada de su plaza de oposición sacada con mucho esfuerzo. La segunda ganó una batalla inédita en la Justicia, por lo que ya se ha incorporado a su puesto. La primera, confiesa su madre, no ha encontrado acomodo. Pero lucha como nadie. Se aferra desde hace más de un año y medio a su proyecto ‘Aprende con Lauu’ en las redes, donde se cumple aquello de ‘si la montaña no va a Mahoma...’ porque sigue enseñando. Matemáticas, que es su área. «No encontraba trabajo y pensé de qué forma podía dar visibilidad a la situación de paro en que nos encontramos los profesionales sordos. Que las personas miren la realidad de lo que podemos hacer los maestros sordos en las aulas que desarrollan proyectos bilingües (lengua oral, lengua de signos)».
El azote de la pandemia ha jugado una mala pasada al alumnado sordo. «Se les ha dejado fuera de todos los protocolos Covid», denuncia la plataforma Docentes Sordos. El aprendizaje no ha sido funcional. Las mascarillas que han obstaculizado la lectura labial, la dependencia de programas y materiales audiovisuales poco adaptados a la lengua de signos, la falta de empatía de las administraciones y la decisión de prescindir del refuerzo que necesita la educación para las personas sordas les ha dejado atrás. La mayor parte del alumnado sordo comenzó el curso en septiembre sin intérpretes y, quien lo tiene, no dispone de él todo el horario lectivo. Se les niega la posibilidad de contar con esas figuras para seguir las clases aunque tengan un implante coclear o audífono, lo que trastorna su trayectoria educativa, denuncia la plataforma. «El acceso sigue dependiendo del territorio donde se viva. Si es un pueblo de la España rural...», protesta Díaz. Este año ha sido un torpedo contra la línea de flotación de la inclusión educativa.
Personas preparadas como Laura no han encontrado hueco en el sistema. Alumnos y docentes consideran que es discriminatorio arrebatar a alguien su oportunidad de avanzar por una discapacidad. Ahora Laura cosecha parabienes y cientos de ‘likes’ de más de 10.000 seguidores pendientes de sus lecciones; mientras, aguarda a que alguien cuente con un trabajador sordo. «Mi sorpresa ha sido que utilizan el proyecto profesores que tienen alumnado sordo, y me escriben contando que les ayuda en su trabajo en las aulas. Porque explico Matemáticas a través de los cuentos para las familias», apunta Laura.
Marta Vinardell-Maristany, psicopedagoga, pone voz a una enérgica protesta de Docentes Sordos, que trata de conseguir una completa accesibilidad en sus empleos: «La respuesta de la Administración es, en general, muy lenta; y, en algunas situaciones, nula; en lugar de incluir medidas de apoyo, adopta actitudes capacitistas, hasta el punto de apartar al profesional sordo de su lugar de trabajo mediante bajas laborales». Pero la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad también les menta a ellos, a los maestros, y exige a los Estados que adopten las medidas pertinentes para emplear a maestros cualificados en lengua de signos. Y a los niños, dice, «se les garantizarán entornos de aprendizaje con adultos sordos que les sirvan de modelos de conducta». Pero el silencio institucional es atronador. «Si no se cumplen las normativas es que aún hay muchas barreras por derribar. Hay que desarrollar modelos de educación combinada», dice el colectivo de profesores.
Y después del horror, la esperanza: dos ancianos se funden en un abrazo interminable, un abrazo con el que al fotógrafo se le saltaron las lágrimas, protegidos por plásticos y mascarillas. La fotografía, nunca mejor dicho, dio la vuelta al mundo. Igual que esa otra que también señalaba la luz al final del túnel. A saber: Francisco, de 60 años, llevaba más de tres meses ingresado en el Hospital del Mar de Barcelona. Tres meses postrado en una cama de la UCI entre respiradores, inhalando el olor a químicos y a muerte y, de pronto, la brisa. El cielo. El mar. Porque ese mes de septiembre, después de tres meses ingresado, Francisco salió por primera vez al fresco. En camilla y acompañado por un equipo de médicos y auxiliares, pero al fresco al fin y al cabo.
Ahí estaba también Emilio Morenatti, fotógrafo jefe de la agencia Associated Press (AP) en España y Portugal que inmortalizó el momento y, portada del ‘The New York Times’ mediante, firmó una de las imágenes del año. Una fotografía, que junto a su cobertura de la pandemia y, muy especialmente, el impacto de la misma en los ancianos, le ha valido a Morenatti un prestigioso premio Pulitzer. Se trata del cuarto español que consigue el galardón, después de Manu Brabo, Javier Bauluz y Susana Vera. Morenatti, nacido en Zaragoza en 1969 y criado en Jerez, recorrió Barcelona fotografiando calles desiertas, residencias de ancianos clausuradas, cementerios, y morgues. El horror de la primera ola, seguido de cerca por la esperanza de enfermeras y doctoras asistiendo a enfermos en sus casas, ancianas capturadas en pleno aplauso desde el balcón... Fotografías todas ellas que el jurado de la Universidad de Columbia de Nueva York, institución que entrega los galardones, ha calificado de «conmovedoras».
Galardonado con una mención de honor en los World Press Photo de 2007 o el Premio Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico en 2013, Morenatti ha realizado buena parte de su carrera en zonas de conflicto como Gaza y Kandahar.
Además de premiar a Morenatti, la junta directiva del Pulitzer otorgó una «mención especial» a Darnella Frazier, la adolescente que grabó en vídeo la detención y asesinato del George Floyd a manos de un policía. Frazier fue premiada por «grabar valientemente el asesinato de George Floyd, un vídeo que desató protestas contra la brutalidad policial a través del mundo y que subrayó el rol crucial de los ciudadanos en la búsqueda de los periodistas por la verdad y la justicia». También resultaron premiados el diario ‘Star Tribune’ de Minneapolis por su cobertura de la muerte de Floyd y sus repercusiones, ‘The New York Times’ por su tratamiento de la pandemia de coronavirus; y la web BuzzFeed por su cobertura de los campos de prisioneros construido por China para la detención masiva de musulmanes.