«La España Vaciada ahora parece que es la España Feliz y no es verdad»
▶ Tomás Val y Luis Mateo Diez conversan sobre literatura y lo rural en la Feria del Libro
Dice el burgalés Tomás Val en ‘La Infancia de Los Pueblos Desaparecidos’ (Eolas Ediciones, 2020) que «la vida entonces era dulce y alegre; era un regalo». También dice que es posible que no fuera así, que quizá todo salga de la reconstrucción de la mente del hombre adulto. Que sí, que la patria es la infancia, pero que es una infancia inventada a la que uno vuelve una, y otra, y otra vez. Y el leonés Luis Mateo Diez, a su lado, asiente, pues ambos escritores entablan una conversación sobre literatura, los recuerdos y su reconstrucción en el marco de la Feria del Libro de Valladolid.
«La infancia inventada es un elemento crucial de la experiencia humana», apunta Diez para luego desconfiar de todo aquello que se denomina como testimonial, ya que considera «complicado» documentar un testimonio. ¿Por qué?, porque «todo lo que recordamos es falso».
«El recuerdo es un dispositivo imaginativo de invención y cuando va muy lejos es reinvención», explica para añadir que, cuando se habla de un testimonio «exacto» o «radical», puede pecar de excesivo porque el hombre vive del relato.
A este respecto, Val declara que descifrar nuestro pasado es como capturar nuestra imagen: «Robarle a la muerte momentos que tú vas a dejar atrás», que diría la fotógrafa Cristina García Rodero sobre su arte y que aplican los escritores a la literatura testimonial.
«El pueblo que yo conozco sólo existe en los sesenta», sostiene al respecto Val para añadir que «no somos de un pueblo, somos hijos de nuestro tiempo».
Ambos coinciden en que, en el debate literario actual, hay una idea romantizada de lo que es la vida rural: «La España Vaciada ahora parece que es la España Feliz y no es verdad», sostiene Diez para añadir que la vida en los pueblos ha tenido, y tiene, «mucho de dura». Cree, incluso, que algunos están abocados a desaparecer por la imposibilidad logística de vivir con «buenas condiciones». Y, para él, eso está bien: «¿Por qué vamos a revitalizar lo imposible?» .
«Esa desaparición la lloran los que ya no viven allí, gente no tiene ni idea de lo que es vivir en un pueblo». Afirman que cada uno debería vivir donde le de la gana, pero que el olvido, con el abandono, es terrible.
Reivindican el rescate del recuerdo de la memoria rural como un acto de amor y de antropología y señalan que la importancia y prevalencia del lenguaje primigenio, el oral, siempre vuelve a la literatura: «Lo más novedoso que traen los literatos actuales ahora es eso, la reproducción de la oralidad», explica el leonés mientras el burgalés lo corrobora. Están de acuerdo en todo.