Bélgica se luce al lado del Hermitage
▶ Dos goles de Lukaku y uno de Meunier arrollaron a una Rusia débil en defensa
la rodilla. Los rusos, ninguno. Estaba todo dicho en este sentido.
Técnicamente superiores, los belgas dominaron el balón desde el primer segundo y Lukaku obtuvo premio de ese mando en diez minutos, al aprovechar un grave error defensivo local para anotar el primer tanto visitante con un disparo cruzado. El potente Lukaku se fue a una cámara de televisión y dedicó el gol a Eriksen, su compañero en el Inter, que le ha dado bastantes goles con sus pases precisos en la Serie A. «Te quiero», dijo ante la tele.
La que quería perder era Rusia. Si retaguardia era de risa. Otro fallo estrepitoso de los caseros permitió que el tosco Thomas Meunier, el hombre que destrozó el peroné a Eden Hazard en la Champions, firmara la segunda diana de los diablos rojos a pocos kilómetros del maravilloso Hermitage. El arte lo ponían los belgas.
La ventaja enemiga obligó a los rusos a atacar por coraje, por dignidad, por puro nacionalismo ante sus aficionados, que animaron como nunca para sufrir la gran decepción. Bélgica cedió el terreno y buscó el contragolpe. Ahí se observó la carencia de calidad de los locales. Mandaron por físico, pero sin ideas, sin talento.
Eden Hazard entró por Mertens, que no estuvo fino. El madridista disputó veinte minutos. No está para mucho más. Roberto Martínez le da protagonismo para ver si coge la forma en la competición. No es fácil.
Courtois no tuvo trabajo. Enviarle balones por alto no demostraba mucha cabeza en el rival. Lukaku rubricó el tercer gol en un desmarque colosal, a pase de Meunier, el mejor de la noche. Los diablos no se pusieron ni rojos para ganar. Confirmaron que son uno de los favoritos al título.