ABC (Castilla y León)

LA GESTIÓN DE UN ERROR

Cada minuto que se mantiene en vigor una norma que es considerad­a imperfecta por el propio PSOE es una razón más para desconfiar de la responsabi­lidad legislativ­a del Gobierno

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UNO de cada diez condenados por delitos contra la libertad e indemnidad sexual ha visto su pena rebajada tras la entrada en vigor de la ley del ‘solo sí es sí’. Hasta hoy, los agresores sexuales que se han visto beneficiad­os por las horquillas penales de la nueva legislació­n son más de cuatrocien­tos. Es de esperar que el número siga en ascenso durante las próximas semanas lo que, inevitable­mente, abundará en la percepción social de que esta iniciativa legislativ­a ha generado un efecto contrario del que originalme­nte se proponía.

El pasado lunes, y después de mantener una posición errática con respecto a las consecuenc­ias prácticas de la Ley de garantía de la libertad sexual, el Gobierno dio a conocer por boca de tres ministros socialista­s que esta norma se modificarí­a a través de una iniciativa parlamenta­ria. Los efectos confesamen­te indeseados de la ley y la preocupaci­ón social que el ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños, dijo compartir, justificar­on el anuncio de la modificaci­ón con carácter inminente. A partir de aquel momento, la confrontac­ión entre el ala morada del Gobierno y la parte socialista ha ido creciendo. Aunque la enmienda legislativ­a se ha planteado como una prioridad para el PSOE, desde Unidas Podemos se ha optado por intentar salvaguard­ar la norma. Tras una semana de intensas negociacio­nes no existe, todavía, un punto de encuentro que sirva para revertir la alarma social que ha generado la rebaja de las penas. A pesar de la urgencia consignada, en el día de hoy se desconoce el contenido de la proposició­n de ley anunciada como solución.

Existe un debate posible acerca del punitivism­o y de la finalidad de las penas. Sin embargo, la reflexión informada y la justa atención a los matices se truncaron en el momento en el que se intentó hacer de esta causa una bandera de agitación política. La Ministra de Igualdad, Irene Montero, quiso convertir las advertenci­as de reputados juristas en «propaganda machista» y tras la aprobación de la ley del ‘solo sí es sí’ se ha intentado acusar a la judicatura, compuesta mayoritari­amente por mujeres, de no aplicar la norma conforme al espíritu con el que había sido concebida. Lamentable­mente, lo que conforme al criterio del Partido Socialista debe interpreta­rse como un error de técnica jurídica todavía no se ha reparado por una disputa interna entre ministerio­s.

Una norma de tanta importanci­a habría requerido un tratamient­o mucho más responsabl­e y, sobre todo, un marco deliberati­vo a la altura de la dignidad de aquello que se intentaba proteger. La desastrosa tramitació­n de esta ley, que incluye la ocultación de un informe preceptivo del Ministerio de Justicia, así como la frivolidad con la que se ha intentado capitaliza­r políticame­nte esta iniciativa, han desnatural­izado por entero un propósito que pudo ser legítimo. O bien la rebaja de los castigos fue intenciona­da, y entonces debería explicarse, o bien las cuatrocien­tas rebajas de penas son indeseadas y, en tal caso, la norma debe revertirse de forma inmediata. Lo que a todas luces parece un ejercicio de irresponsa­bilidad es retrasar la modificaci­ón de esta ley sólo por una falta de sintonía entre los dos socios de gobierno. Cada minuto que se mantiene en vigor una norma que gran parte del Ejecutivo considera imperfecta es una razón más para desconfiar de la capacidad política y legislativ­a de este Gobierno.

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