Indignación por las vacaciones de dos activistas del clima que viajaron a Bali en avión
Dicen que no pudieron utilizar el tren «por los conflictos crueles en este mundo»
Para entender la indignación que el caso ha despertado en Alemania, es necesario recordar que los activistas por el clima de Last Generation y de Fridays for Future son los mismos que llevan un año atacando obras de arte en los museos, ocupando instalaciones mineras cuya evacuación ha costado millones de euros al erario público y cortando las principales carreteras alemanas y accesos a grandes ciudades día sí, día no, como forma de protesta. El más sonado de los cortes de tráfico se cobró en Berlín la vida de una mujer porque la ambulancia no pudo llegar a tiempo.
A menor escala, aunque igualmente irritante, forma parte ya de la rutina ciudadana no llegar puntual a un examen, perder una entrevista de trabajo y pagar la penalización por retraso en una entrega por culpa de los activistas, que se pegan con cemento al asfalto de las vías impidiendo así la circulación del tráfico. Por todo esto causó sensación que los dos protagonistas de esta historia, citados ante un tribunal de Stuttgart precisamente a causa de un corte de tráfico, hubieran emitido 7,9 toneladas de CO2 para disfrutar de unas vacaciones.
Luisa S., de 22 años, y su novio Yannick S., de 24, participaron en septiembre en el bloqueo de la autopista B10 de Stuttgart en hora punta. En la pancarta que portaban podía leerse: «Ahorre petróleo en lugar de perforar». Cuando fueron despegados de la vía, la Policía procedió a su identificación y, semanas más tardes, fueron requeridos por el tribunal de distrito de Bad Cannstatt. Comunicaron ambos que no podían acudir a la citación por encontrarse de vacaciones en la soleada Indonesia y a 9.000 kilómetros de distancia. Y para justificar su argumento hubieron de presentar pruebas del viaje.
Fue ahí donde apareció la prueba de que habían volado al paraíso asiático en un vuelo que consume unos 140.000 litros de queroseno, según se encargó de calcular el diario ‘Bild’. Al juez no le pareció justificación suficiente y exigió que regresasen para cumplir con la comparecencia, pero el viaje a Bali ya se había hecho público y una avalancha de críticas se había desplomado.
La culpa es de Putin
En las redes sociales, sus detractores se dividían entre quienes consideraban que su peor crimen era contra el clima y quienes les reprochaban participar activamente en la destrucción de la agenda de trabajo y vida de los alemanes para, a continuación, irse a descansar a un destino que la inmensa mayoría de sus víctimas no pueden permitirse.
Antes de que pidiesen perdón públicamente, la historia tocó varios momentos de clímax, como cuando los chavales culparon a Putin. Explicaron que ellos habrían hecho gustosos el viaje por tierra de no ser por los «conflictos crueles en este mundo en este momento» que desaconsejaban el trayecto. Sin nombrar siquiera a las víctimas que soportan esas guerras, recordaron que «la guerra de agresión rusa, la guerra civil siria, los invasores turcos en el norte de Irak, la toma de poder por los talibanes, las tensiones en la región de Cachemira y el golpe militar en Myanmar, por nombrar solo algunos», les habían impedido hacer el viaje en tren por la Ruta de la Seda, como hubiera sido su deseo.
La organización Last Generation defendió inicialmente el viaje de vacaciones, alegando que «reservaron el vuelo como individuos privados, no como protectores del clima, y hay que mantener eso separado». Posteriormente ha preferido guardar silencio.
El juez ha penalizado a los dos jóvenes por no comparecer a tiempo y ha puesto nueva fecha a la vista, pero ahora Luisa y Yannick no quieren hacer el viaje de vuelta en avión y va a llevarles un tiempo la ruta alternativa.
El juez ha puesto nueva fecha para la vista, pero los jóvenes ahora no quieren volar y la ruta alternativa les llevará tiempo