ABC (Castilla y León)

«Movemos 27.000 personas al día, como un estadio Zorrilla»

- ISABEL JIMENO VALLADOLID

«No sabía por qué la gente viajaba. Con 25 años, me gustaba estar en casa, desarrolla­r páginas web, salía poco y era un poco friki». Pero una visita a Roma lo cambió todo. Tanto que, hoy en día, Alberto Gutiérrez Pascual (Valladolid, 1983) está al frente como fundador y CEO de una empresa líder en distribuci­ón online de visitas guiadas, excursione­s y actividade­s en español, Civitatis. Un nombre que le acompaña desde 1999, primero como servicio gratuito de alojamient­o de páginas web y recuperado en 2006 como proyecto de fin de carrera en Ingeniería Técnica de Informátic­a de Gestión en la UEMC (Universida­d Europea Miguel de Cervantes), que ayer le entregó su primera medalla de honor como antiguo alumno.

«Conseguir 200 euros al mes escribiend­o guías de viaje de los sitios que visitaba» para marcarse un próximo destino. Así, como «un hobby y para pagarme el capricho» ya iba «ganando dinero» con lo que entonces únicamente era un directorio de enlaces que hacía tras acabar su jornada laboral como informátic­o júnior. Pero, «al año de empezar», una llamada de un guía de Praga propició el siguiente impulso desarrolla­ndo un sistema de venta con comisión. «Al día siguiente de publicarlo, se vendió un tour; a los tres, otro...» «Y dije: ‘a alguien le puede interesar esto’». Buscar proveedore­s, viajes, escribir, diseño, programaci­ón, contabilid­ad... Así estuvo seis años quien se define como un «hombre orquesta», que le gusta «hacerlo yo todo» y «trabajar solo», pero que hoy tiene cerca de 250 empleados a su cargo, unos 40 en otros países, pero la mayoría en España, de donde no se plantea mover ni la compañía ni él. «Me gusta vivir en España».

Nativo digital, en 2014 abrió en Madrid –donde tiene su sede– la primera oficina Civitatis. En 2016 «contraté a mi mano derecha» y comenzaron a «pensar un poquito más en grande». Hoy, en empleo indirecto «generamos miles de miles» entre los 5.000 proveedore­s de tours, 20.000 agencias de viajes ó 4.000 afiliados. Con presencia en más de 150 países –Alberto ha estado ya en más de 80– y 3.500 destinos, «movemos de media 27.000 personas al día, es decir, un estadio José Zorrilla de gente haciendo actividade­s por el mundo –ofrecen más de 70.000–». Facturan anualmente más de 200 millones de euros.

—¿Y dan vértigo esos números? —No. No. Es que ha sido muy orgánico. Un año tienes cien; otro, mil; otro, 10.000... Siempre lo comparo con alguien que le toque la lotería y no sabe administra­r el dinero, pero si lo ha ido ganando en quince años, te acostumbra­s a los niveles. Movemos una cantidad de dinero que vértigo, no, da satisfacci­ón.

En 2022 el fondo Vitrubian Partners entró en la compañía invirtiend­o cien millones con el objetivo de acelerar su crecimient­o y llegar a los siete millones de clientes. Ya los han superado. Ahora la marca está en alcanzar «diez millones. Unos muy baratitos y otros mejores. Pero tenemos mucho volumen», apunta Alberto Gutiérrez. Se fijaron en ellos por su potencial todavía de crecimient­o y que «les gusta nuestra forma de trabajar. Nunca ha habido inversores, nunca ha habido préstamos. Ha sido trabajo y reinversió­n de beneficios». Incluso en lo más duro de la pandemia, una compañía que vive de los viajes no cesó la actividad. Sólo los trabajador­es de atención al cliente fueron a ERTE, pero mantuviero­n más de cien nóminas, y tiraron de caja «para seguir invirtiend­o» y aumentar catálogo. «Fue caro, pero nos hizo salir reforzados», dice.

¿Y miedo al fracaso? «Hubo un tiempecill­o, al empezar, que estaba tan a gusto haciendo lo que hacía que tenía pánico a que como falle, no puedo volver a trabajar para nadie». Fue «temporal», pues «a los cuatro o cinco años, casi digo ‘puedo jubilarme’». Resopla sólo con pensar en volver a ser empleado de otro, como el que era cuando en diciembre de 2008 se la acabó el contrato en SAP y se planteó si buscar otro trabajo o focalizars­e en el incipiente Civitatis. «Me centré en esto, ante las manos en la cabeza de mi madre y ‘te vas a morir de hambre’». En enero de 2009 ya ganó mil euros; 2.000 en febrero... «No tengo la sensación de haber arriesgado, sino de haber trabajado. Me gusta, es mi hobby a la vez», señala. «Es una satisfacci­ón diaria», apunta, incapaz de resaltar un único momento, ni siquiera la entrada del fondo: «Me daba igual».

Hay una cosa que no ha cambiado y sigue siendo la seña de identidad y bandera de un negocio basado en ofrecer visitas guiadas en español. «El objetivo de la empresa es facilitar los servicios en el idioma del cliente», subraya, aunque desde hace unos años replican el modelo en otros idiomas. «Para mí siempre fue un pilar, porque uno de mis mayores traumas es que no consigo ser lo bueno que debería en inglés. Me siento mucho más cómodo haciendo algo en español y creo que no soy el único y es en lo que he enfocado la empresa».

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