Las ocho «preciosas» páginas del «último texto literario» de Sánchez Dragó
«Soria, Castilla, León, Castilfrío, España», conmigo vais, mi corazón os lleva». Con estas palabras sellaba Fernando Sánchez Dragó el discurso que esperaba pronunciar, en nombre de las personalidades y entidades reconocidas en los Premios Castilla y León. Lo hacía en Viernes Santo, hace justo dos semanas, tres días antes de que le alcanzara inesperadamente la muerte, víctima de un infarto en su casa de Castilfrío de la Sierra. Fueron también las últimas palabras que ya, al borde de las lágrimas, pronunció su hija Ayanta Barilli, que recogió el galardón entregado de manera póstuma a su padre, y con las que consiguió levantar de su butaca a un emocionado auditorio, que concedió un prolongado aplauso al «último texto literario» del madrileño, ocho «preciosas» páginas de un autor que «echaba fuego por la cabeza, por la boca y con el corazón», señalaba Barilli, recordando que entre los ‘dones’ del literato no estaba precisamente la «brevedad».
Aunque escrito en clave muy personal, Sánchez Dragó también dejó plasmadas en él palabras para sus compañeros, uno de los «débitos» de este tipo de encomiendas. Repasó sus trayectorias y celebró la «atinada iniciativa» de la Junta de dedicar un galardón a la tauromaquia, en la que destacan «muchas de las buenas y llanas gentes del común nacidas en Castilla y
León». Lo hacía párrafos después de reivindicar la cultura como «espacio de encuentro, de ecuanimidad, de serenidad y de concordia», a diferencia «del generalizado sectarismo partidista imperante en la política». También aprovechaba para pedir una rectificación a quienes aseguraron que su galardón no estaba justificado y para reivindicarse como castellano y leonés porque «aunque nacido en Madrid, renací el 1 de agosto de 1945 en Soria»: –«Yo, a fuer de español, soy castellano y bastante leonés». Y como si estuviera escrito en clave premonitoria, –era consciente de la «vejez» y de sus «flaquezas»– dejaba en él varias referencias a la muerte «Si se descuidan un poco, me lo dan a título póstumo, y al alimón con Rascayú». Por ello, quizá también recogía en el texto algunos de sus ‘deseos’, entre los que citó «recuperar los restos mortales» de su padre, víctima de la Guerra Civil, y que sus «esqueletos» se abrazaran en el cementerio de Castilfrío. También que su «inmensa» biblioteca sea custodiada en su hogar soriano, convertido en Casa Museo. Sugerencia que apuntó el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco.