San Isidro
Los labradores han amanecido hoy preparando romerías y plegarias para que llueva. La cosecha tiene difícil solución pero es San Isidro y la fe es lo último que se pierde. Salvar un riego, un corte de forraje o poder meter la cosechadora para después empacar esa paja que dicen va a valer oro se convierten esta vez en motivo más que suficiente para sacar al santo en procesión. Mientras el mundo mira la pantalla del teléfono para saber si lloverá en vacaciones, los agricultores y ganaderos miran al cielo implorando agua. El campo levanta el cielo con sus plegarias pensando en recoger un tanto de aquello que sembraron pero que con la sequía se echará a perder.
El campo se retuerce mientras le prometen ayudas contra la sequía pero continúan sin reconocerle su valor y trascendencia. San Isidro es la última esperanza para un estilo de vida que se ha visto condenado a la ruina y el ostracismo. Los de pretendida capitalidad convertimos hace décadas a los de los buzos y las botas en blanco fácil para las chanzas de Marianico el Corto. Confundimos la formación y el progreso con denostar lo viejo y acabar con la sabiduría de nuestros ancestros porque todos teníamos que tener título, vestir corbata y satisfacer los anhelos de tantos padres que se desvivieron de sol a sol en las eras pensando que «mis hijos no heredarán pero tendrán una educación». Nos engañaron a todos haciéndonos pensar que el mundo sólo necesitaría aquellos bien pagados sueldos que trajo la FASA. Pensamos que algo con tan poco glamour como los garbanzos y los chorizos los harían otros.
Una vez superadas las bromas sobre paletos y pueblerinos y ahora que todos corremos el riesgo de serlo también porque las encargadas de pensar serán las máquinas todos deberíamos encomendarnos a San Isidro y rezar todo lo que sepamos. La inteligencia artificial es buena y los estudios y la industria y el comercio pero es que sin agricultores no tendremos otro remedio que confiar nuestra dieta al regusto que deja chupar la pantalla del teléfono móvil. Pensemos en cuánto estaremos dispuestos ahora a pagarles para que sigan ahí y si realmente eran tan brutos como pensábamos porque ellos por lo menos podrán comer mientras los demás nos tendremos que conformar con oler y de lejos. Necesitamos a agricultores y ganaderos tanto como el comer y no es una frase hecha. Feliz día de San Isidro.