ABC (Castilla y León)

El candidato

El poder, estimados lectores, es una droga que cuando la puedas no la puedes dejar atrás

- ALEJANDRO J. GARCÍA NISTAL

Son tiempos de elecciones municipale­s. Muchas personas, con buena fe, jóvenes también, claro que sí, se acercan a este complicado pero bello mundo donde el servicio público debería primar sobre todas las cosas. Primer error.

Pronto, ese concejal de pueblo que dijo sí por un amigo, unas ideas que le gustan, comprender­á que todo juega en torno a la victoria, y con ella, el acceso al poder. Y el poder, estimados lectores, es una droga que cuando la pruebas no la puedes dejar atrás. Sin embargo, seamos positivos y pensemos que ese mirlo blanco que se ha acercado al ruedo de la fiesta de la democracia sabe sortear los trabajos no remunerado­s, los sinsabores de promesas incumplida­s o la traición de éste o de aquel en el congreso o asamblea de turno. Y sus cargos se incrementa­n en la misma velocidad y proporción que logra triunfos electorale­s. Es la carrera hacia el liderazgo.

El candidato, aunque parezca mentira, a veces no es el elegido por el resto de sus compañeros, ni mucho menos. El cabeza de cartel en ocasiones es el que controla el aparato orgánico o incluso es nombrado a dedo, de ahí que en ocasiones surjan también los llamados «cuneros», aquellos candidatos introducid­os en las listas que no tienen arraigo o vinculació­n con el distrito electoral por donde se presentan, pero «lo ponen desde arriba» y claro, se obedece. Hay candidatos de tantas clases como personas, pero para resumir, se pueden dividir de dos tipos: el unipersona­l, todo gira en torno a él, su imagen y su discurso; o el de equipo, en el que la imagen del candidato se difumina con el resto de miembros de la lista. Los partidos de izquierda,paradójica­mente, son los que más utilizan en su marketing electoral la idea de grupo, algo que la derecha ha ido copiando de unos años a esta parte, pero no nos engañemos, bajo esa apariencia tomada de las formas eclesiásti­cas se pueden ocultar lobos solitarios como Pablo Iglesias, Manuel Fraga o incluso el propio Suárez en los inicios de la democracia.

Cuando entre bambalinas, charlo con el mundillo de los técnicos de sonido e imagen, los jefes de prensa y demás, recuerdo a los pedáneos de aldeas remotas, verdaderos agentes sociales.

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