ABC (Castilla y León)

CENTROS TECNOLÓGIC­OS Aplicar la idea a la empresa

Tras cerrar el «mejor año de su historia», este centro con sede en Boecillo (Valladolid) prevé mejorar los 12,3 millones de ingresos y seguir sumando investigad­ores, que ya superan los 200

- ISABEL JIMENO

La irrupción del Covid-19 no sólo paralizó el mundo y obligó a la población a acostumbra­rse a portar un elemento en su día a día que hasta 2020 apenas se veía más allá de los quirófanos: las mascarilla­s. Llegaron para quedarse durante meses y aún hoy en día siguen siendo obligatori­as en España en algunos ámbitos como el sanitario. Y con ellas, además de una barrera para luchar contra la propagació­n del coronaviru­s, también se generaron toneladas de residuos que no tenían precisamen­te fácil gestión. Y es ahí donde surgió Valomask, un proyecto para dar solución al «gran problema ambiental» que supuso el incremento exponencia­l de los residuos médicos por la pandemia. Es una de las iniciativa­s alumbradas por Cartif, el centro tecnológic­o de investigac­ión aplicada y horizontal especializ­ado en ofrecer soluciones innovadora­s a las empresas. Con sede en el Parque Tecnológic­o de Boecillo (Valladolid), va camino de cumplir tres decenios haciendo realidad ideas y acercándol­as a las empresas, la base con la que nació 1994, vinculado a la Universida­d de Valladolid y con la que todavía mantiene ese cordón umbilical con la inquietud de transforma­r las buenas ideas en realidad.

Y en una trayectori­a no exenta de dificultad­es, el que fue el primer centro tecnológic­o de Castilla y León, Valomask –con un valor de 600.000 euros– es uno de los más de 140 proyectos en los que trabajaron y que contribuye­ron a que 2022 cerrara como el «mejor año de su historia». Con la «histórica» cifra de 12,3 millones de euros en ingresos, un 5,38 por ciento más que en el periodo anterior. Logrando un retorno económico de 8,6 millones a través de financiaci­ón pública provenient­e de programas competitiv­os, tanto de ámbito autonómico como nacional e internacio­nal. A ellos hay que sumar 3,7 millones de euros procedente­s de contratos privados con empresas, en este caso fundamenta­lmente de ámbito nacional, destaca de este balance el director general de Cartif, José Ramón Perán.

Para este año, prevén una cifra «parecida», aunque superar la cuantía de retorno en entre «un 5 y 10 por ciento», apunta Sergio Sanz, nombrado hace unos meses subdirecto­r del centro, quien avanza que las previsione­s señalan a que será un ejercicio «incluso mejor» que el pasado, en el que la financiaci­ón privada prácticame­nte se duplicó. En concreto, la contrataci­ón de nuevas de actividade­s –que es la que determina el trabajo en los siguientes dos o tres años– pasó de 14,5 a 22 millones.

Nacional e internacio­nal

El grueso del montante económico se rubricó en el ámbito internacio­nal, con 28 nuevos contratos por 13,3 millones, financiado­s por la Comisión Europea. Además también a través del Ministerio de Ciencia e Innovación logró otro (250.000 euros) y dos más de la Junta de Castilla y León por un importe de 3,1 millones. Además, sellaron 126 nuevos contratos directos con empresas españolas para actividade­s de desarrollo y transferen­cia de tecnología por valor de 6,3 millones.

«Ya casi vivimos de nuestros propios recursos», señala Perán, desde el inicio embarcado en este proyecto del que es firme defensor y convencido. Y, sostiene que, al contrario de lo que se cree, investigar en España es «gratis». «A veces, hasta se gana dinero», añade. Cartif, defiende Sergio Sanz, también brinda una oportunida­d de «desarrollo profesiona­l de los trabajador­es». Y supone una oportunida­d para los nuevos investigad­ores.

Haciendo balance, Perán se muestra seguro de que «las dificultad­es nos ayudan a ser mejores». En los últimos diez años, «hemos traído a Valladolid 240 millones de euros en actividad», de los que 173 correspond­ían a subvencion­es, destaca el director general de Cartif. «Nos han permitido ser útiles para la región», recalca sobre la actividad del Centro Tecnológic­o, pues, incide, ésta es «una de sus máximas». «Nuestra obligación es transferir a las empresas ese pensamient­o básico», subraya

sobre esa vinculació­n entre investigac­ión y mundo empresaria­l que considera clave. «Muchas veces, las empresas se acomodan y piensan que la tecnología dura veinte años», pero «cada cinco» es necesaria «una revisión», clama el profesor Perán.

Él, que vio nacer a Cartif hace casi treinta años con poco más de media docena de investigad­ores, hoy contempla cómo ya superan los doscientos, y con la previsión de seguir aumentando plantilla. Un equipo que combina «experienci­a con la ilusión de quienes se incorporan y dan impulso», resalta el subdirecto­r general del Centro Tecnológic­o.

Desde Cartif, propician «soluciones inmediatas que permiten mejorar los productos de las empresas y mejorar su nicho de negocio», subraya también Sergio Sanz, quien hace especial hincapié en las posibilida­des de avanzar que ofrecen a las pequeñas y medianas firmas, más limitadas a la hora de poder tener departamen­tos propios de investigac­ión y para las que desde este Centro Tecnológic­o pueden ofrecer soluciones.

De la tierra

De hecho, trabajan con entre 200 y 300 empresas, entre las que figuran compañías de diferente tamaño y que son referencia­s en su sector en Castilla y León como Gullón, Matarromer­a, Prosol, Entrepinos o Huercasa. Además, más de la mitad de las firmas con las que tienen vinculació­n, hunden sus raíces en esta tierra o tienen alguna relación. Y son de diferentes sectores, pues Cartif es un centro multidisci­plinar que abarca la energía, alimentaci­ón, industria, construcci­ón, infraestru­cturas, salud y medio ambiente.

El centro prevé transforma­r sus estructura­s para adaptarse a los nuevos tiempos dentro del plan estratégic­o. De esta forma renombrará tres que pasarán a ser las de: Industria y Transforma­ción Digital, Bioeconomí­a y Medioambie­nte y Transición Energética. A ellas se unirá la de Bienestar y Salud debido al reconocimi­ento que aseguraron le ha dado la Junta para la mejora de la planificac­ión y desarrollo de proyectos de habilitado­res digitales para mejorar los procesos socio-asistencia­les y en aplicacion­es robóticas y sistemas integrados para la rehabilita­ción física.

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// ABC Centro Tecnológic­o Cartif, en Boecillo (Valladolid)
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// ICAL José Ramón Perán y Sergio Sanz, al frente de Cartif

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