CENTROS TECNOLÓGICOS Aplicar la idea a la empresa
Tras cerrar el «mejor año de su historia», este centro con sede en Boecillo (Valladolid) prevé mejorar los 12,3 millones de ingresos y seguir sumando investigadores, que ya superan los 200
La irrupción del Covid-19 no sólo paralizó el mundo y obligó a la población a acostumbrarse a portar un elemento en su día a día que hasta 2020 apenas se veía más allá de los quirófanos: las mascarillas. Llegaron para quedarse durante meses y aún hoy en día siguen siendo obligatorias en España en algunos ámbitos como el sanitario. Y con ellas, además de una barrera para luchar contra la propagación del coronavirus, también se generaron toneladas de residuos que no tenían precisamente fácil gestión. Y es ahí donde surgió Valomask, un proyecto para dar solución al «gran problema ambiental» que supuso el incremento exponencial de los residuos médicos por la pandemia. Es una de las iniciativas alumbradas por Cartif, el centro tecnológico de investigación aplicada y horizontal especializado en ofrecer soluciones innovadoras a las empresas. Con sede en el Parque Tecnológico de Boecillo (Valladolid), va camino de cumplir tres decenios haciendo realidad ideas y acercándolas a las empresas, la base con la que nació 1994, vinculado a la Universidad de Valladolid y con la que todavía mantiene ese cordón umbilical con la inquietud de transformar las buenas ideas en realidad.
Y en una trayectoria no exenta de dificultades, el que fue el primer centro tecnológico de Castilla y León, Valomask –con un valor de 600.000 euros– es uno de los más de 140 proyectos en los que trabajaron y que contribuyeron a que 2022 cerrara como el «mejor año de su historia». Con la «histórica» cifra de 12,3 millones de euros en ingresos, un 5,38 por ciento más que en el periodo anterior. Logrando un retorno económico de 8,6 millones a través de financiación pública proveniente de programas competitivos, tanto de ámbito autonómico como nacional e internacional. A ellos hay que sumar 3,7 millones de euros procedentes de contratos privados con empresas, en este caso fundamentalmente de ámbito nacional, destaca de este balance el director general de Cartif, José Ramón Perán.
Para este año, prevén una cifra «parecida», aunque superar la cuantía de retorno en entre «un 5 y 10 por ciento», apunta Sergio Sanz, nombrado hace unos meses subdirector del centro, quien avanza que las previsiones señalan a que será un ejercicio «incluso mejor» que el pasado, en el que la financiación privada prácticamente se duplicó. En concreto, la contratación de nuevas de actividades –que es la que determina el trabajo en los siguientes dos o tres años– pasó de 14,5 a 22 millones.
Nacional e internacional
El grueso del montante económico se rubricó en el ámbito internacional, con 28 nuevos contratos por 13,3 millones, financiados por la Comisión Europea. Además también a través del Ministerio de Ciencia e Innovación logró otro (250.000 euros) y dos más de la Junta de Castilla y León por un importe de 3,1 millones. Además, sellaron 126 nuevos contratos directos con empresas españolas para actividades de desarrollo y transferencia de tecnología por valor de 6,3 millones.
«Ya casi vivimos de nuestros propios recursos», señala Perán, desde el inicio embarcado en este proyecto del que es firme defensor y convencido. Y, sostiene que, al contrario de lo que se cree, investigar en España es «gratis». «A veces, hasta se gana dinero», añade. Cartif, defiende Sergio Sanz, también brinda una oportunidad de «desarrollo profesional de los trabajadores». Y supone una oportunidad para los nuevos investigadores.
Haciendo balance, Perán se muestra seguro de que «las dificultades nos ayudan a ser mejores». En los últimos diez años, «hemos traído a Valladolid 240 millones de euros en actividad», de los que 173 correspondían a subvenciones, destaca el director general de Cartif. «Nos han permitido ser útiles para la región», recalca sobre la actividad del Centro Tecnológico, pues, incide, ésta es «una de sus máximas». «Nuestra obligación es transferir a las empresas ese pensamiento básico», subraya
sobre esa vinculación entre investigación y mundo empresarial que considera clave. «Muchas veces, las empresas se acomodan y piensan que la tecnología dura veinte años», pero «cada cinco» es necesaria «una revisión», clama el profesor Perán.
Él, que vio nacer a Cartif hace casi treinta años con poco más de media docena de investigadores, hoy contempla cómo ya superan los doscientos, y con la previsión de seguir aumentando plantilla. Un equipo que combina «experiencia con la ilusión de quienes se incorporan y dan impulso», resalta el subdirector general del Centro Tecnológico.
Desde Cartif, propician «soluciones inmediatas que permiten mejorar los productos de las empresas y mejorar su nicho de negocio», subraya también Sergio Sanz, quien hace especial hincapié en las posibilidades de avanzar que ofrecen a las pequeñas y medianas firmas, más limitadas a la hora de poder tener departamentos propios de investigación y para las que desde este Centro Tecnológico pueden ofrecer soluciones.
De la tierra
De hecho, trabajan con entre 200 y 300 empresas, entre las que figuran compañías de diferente tamaño y que son referencias en su sector en Castilla y León como Gullón, Matarromera, Prosol, Entrepinos o Huercasa. Además, más de la mitad de las firmas con las que tienen vinculación, hunden sus raíces en esta tierra o tienen alguna relación. Y son de diferentes sectores, pues Cartif es un centro multidisciplinar que abarca la energía, alimentación, industria, construcción, infraestructuras, salud y medio ambiente.
El centro prevé transformar sus estructuras para adaptarse a los nuevos tiempos dentro del plan estratégico. De esta forma renombrará tres que pasarán a ser las de: Industria y Transformación Digital, Bioeconomía y Medioambiente y Transición Energética. A ellas se unirá la de Bienestar y Salud debido al reconocimiento que aseguraron le ha dado la Junta para la mejora de la planificación y desarrollo de proyectos de habilitadores digitales para mejorar los procesos socio-asistenciales y en aplicaciones robóticas y sistemas integrados para la rehabilitación física.