ABC (Castilla y León)

La «angustia» de las secuelas del ‘covid de las vacas’: «De 6 partos, 3 muertos»

▶ Los ganaderos claman ante su «impotencia» por los efectos en las crías de las reses infectadas el pasado verano por la EHE

- ISABEL JIMENO VALLADOLID

«Angustia e impotencia». Son las palabras con las que definen su día a día Pablo y Noelia, dos ganaderos de vacuno de Ávila, desde que hace algo más de mes y medio comenzó la paridera y empezaron a ver «cosas extrañas». Ya tenían la mosca detrás de la oreja desde que el mosquito Colicoides empezó a extender entre el vacuno el verano pasado la hasta entonces desconocid­a Enfermedad Hemorrágic­a Epizoótica (EHE), llevándose por delante la vida de media docena de sus reses y dejando muy tocado conjunto de la cabaña. Y sus peores presagios se han comenzado a cumplir.

«Tiritando» entran en la nave sólo de pensar lo que se pueden encontrar. Al abrir la puerta, sus ojos quedan clavados ante la misma escena. Ahí sigue una de las vacas lamiendo a su cría. Hace dos días que ha nacido y no logra levantarse, cuando lo habitual es que en menos de una hora ya esté en pie. Ha nacido con vida, pero está muy débil. «Cada día que pasa sin levantarse, menos posibilida­des tiene de hacerlo», asumen con resignació­n. «Se te cae el alma a los pies», coinciden con la voz quebrada de ver a sus animales así. «Mientras viva, seguiremos luchando, pero tirando dinero...», subraya Noelia, quien incide en que «el corazón te impide» dejar morir a los terneros por mucho que sus posibilida­des sean escasas y los vean «sufriendo». Éste «vive porque está sondado», puntualiza. Ni lo imaginaba, pero ya casi es capaz de hacerlo «con los ojos cerrados», explica, porque es inasumible llamar a un veterinari­o «cada ocho horas». Así, con biberones «porque no toman la leche» debido a su fragilidad y una boca llena de úlceras en las que el alimento escuece, ayudando a que traten de levantarse... pasan su día a día. Y la noche. «Pero da igual...». Desde el teléfono móvil, Pablo tiene acceso a las cámaras que vigilan a cada animal en la granja. Ni dos horas seguidas logra dormir del tirón, y en cuanto nota que una madre puede ponerse de parto, allá va...

Marzo está resultando dramático. En menos de veinte días, «de seis partos, tres terneros muertos». «La mitad...» Y los que viven, «están muy afectados. Nacen muy débiles». Ojos rojos, al igual que las madres en verano enfermas, morros con pupas que se hacen costras, llagas en la boca que dificultan la lactancia en unas ubres más «cortas de leche», patas que no se sostienen .... «Es como si tuviesen falta de maduración», tratan de describir lo indescript­ible y «jamás» vivido hasta ahora.

Son las crías de aquellas vacas que estaban preñadas de entre dos y cuatro meses el pasado verano, «cuando el feto es muy sensible» y la EHE hizo estragos. Ya entonces hubo abortos, recuerda, y ahora con la paridera padecen las secuelas. La escena de esos animales que ni se levantaban, tenían los ojos ro

jos, el hocico con heridas... se repite con las crías que han completado el embarazo, pues ya ese conocido como el ‘Covid de las vacas’ también provocó muchos abortos, recuerdan. Ahora están ante «la misma pelea» que el estío pasado y temblando sólo de pensar que en breve llegarán de nuevo los meses de calor, la irrupción del temido mosquito .... Y siguen sin vacunas. Los tratamient­os, los que permiten aliviar el dolor, que entre los propios ganaderos se van trasladand­o dado el desconocim­iento, porque la afección es compartida. «Como con el Covid», advierten.

A Óscar, de la provincia de Salamanca, la enfermedad la ha vuelto a tocar de lleno, con gran afección también para su salud, hasta el punto de que los valores su leucemia crónica le han «descontrol­ado». Vacas que pierden los casos de las pezuñas, sementales ya estériles tras pasar la EHE... entre otras secuelas y «consecuenc­ias catastrófi­cas» que denuncian en el sector, que se

Fue sobre todo en verano, cuando el mosquito picó con más fuerza, cuando los estragos de la EHE se notaron más, provocando «cifras inéditas» en el seguro de Retirada y Destrucció­n de Animales Muertos, apuntan desde Agroseguro. Una situación «totalmente extraordin­aria», ante la que valoran que han «realizado puntualmen­te y sin incidencia» su labor –recepción de avisos, traslado a la empresa gestora que se encarga de recoger los cadáveres y su tratamient­o– y prestación del seguro. Y los datos revelan la incidencia en la cabaña ganadera. Si en 2022 Agroseguro recibió y gestionó 252.310 solicitude­s, en 2023 se elevaron a 256.714, un 1,75 por ciento más. Que el mayor impacto de una enfermedad hasta entonces más común en cérvidos lo sufrió el bovino lo demuestra que el alza de reses muertas fue mayor. Un 6,7 por ciento aumentó de un año a otro, pasando de 93.204 ejemplares retirados a 99.517. La cabaña era en noviembre un 5,4 por ciento inferior a mayo. Por las vacas muertas, Agroseguro pagó 5,3 millones de euros de los 12,1 totales desembolsa­dos. queja también de la escasa atención por parte de la administra­ción.

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