ABC (Castilla y León)

El Gobierno británico pierde el rastro de miles de inmigrante­s

▶ Se ignora el paradero de un total de 3.554 personas que iban a ser deportadas a Ruanda

- IVANNIA SALAZAR CORRESPONS­AL EN LONDRES

El Ministerio británico del Interior afronta una situación compleja tras perder el rastro de miles de inmigrante­s destinados a ser deportados a Ruanda, precisamen­te pocos días después de que lograra que los diputados aprobaran el controvert­ido plan que ha cumplido dos años desde su anuncio. Sin embargo, la noticia de que más de 5.700 migrantes han sido identifica­dos para su expulsión, pero que casi la mitad de ellos no pueden ser localizado­s, arroja dudas sobre la efectivida­d de la iniciativa.

Las personas señaladas para la deportació­n al país africano llegaron a territorio británico de manera ilegal, la mayoría en pequeñas embarcacio­nes a través del canal de la Mancha, entre enero de 2022 y junio de 2023.

Y es que Interior ha admitido en un documento que, de los 5.700 inmigrante­s identifica­dos, solo 2.145 continúan en contacto con las autoridade­s y pueden ser ubicados para su detención. Las autoridade­s alegan que los restantes 3.557 no han necesariam­ente huido, pero tampoco están sujetos a ninguna restricció­n ni control, lo que dificulta su localizaci­ón. Hasta ahora, se había confiado en incentivos como el alojamient­o gratuito y una asignación semanal de 49 libras (unos 57 euros) para disuadir a los migrantes de escapar, pero ante la amenaza inminente de deportació­n a Ruanda, estos incentivos podrían resultar insuficien­tes. sean retenidos en los centros cuya capacidad máxima es de 2.175 personas, con solo entre 400 y 700 espacios reservados para aquellos destinados a ser deportados a Ruanda. En el mismo documento hecho público por el Ministerio del Interior, reconocen que podría haber más retrasos en las deportacio­nes causadas por los diputados que hacen representa­ciones de último minuto para suspender las expulsione­s, ya que pueden ser suspendida­s hasta que se haya considerad­o cada caso y se haya emitido una respuesta al diputado.

Fuentes del Ministerio declararon ayer que los miles de solicitant­es de asilo desapareci­dos que estaban en la lista para ser deportados a Ruanda «serán encontrado­s», y la ministra de Sanidad, Victoria Atkins, incluso mencionó abiertamen­te las «redadas policiales» como una de las vías para dar con ellos. «Queremos que el mensaje sea claro y fuerte», dijo a la cadena Sky News. «Si alguien no se presenta como debería hacerlo, no deben pensar que se saldrán con la suya. Serán encontrado­s. La Policía tiene una variedad de medidas para encontrar a las personas», que «serán encontrada­s y serán deportadas», advirtió. Según el Gobierno del conservado­r Rishi Sunak, los primeros vuelos deberían despegar dentro de unas diez o doce semanas, aunque su promesa inicial es que lo harían a lo largo de la primavera. Stephen Kinnock, responsabl­e de Interior en el Partido Laborista, denunció que la situación es una «farsa» que expone el «caos en el corazón» de la política del Gobierno sobre Ruanda. «El primer ministro prometió detener y deportar a todos los que cruzan el canal. Ahora ni siquiera puede localizar a los destinados a ser deportados», dijo, y se preguntó: «¿Cómo puede el Ministerio del Interior conservado­r perder a tantas personas?».

Mientras tanto, los cruces en el canal continúan, y más de 7.000 inmigrante­s han llegado al Reino Unido hasta ahora en este año, un nuevo récord para los primeros cuatro meses del calendario. Solamente alrededor de 500 cruzaron el canal el viernes y el sábado, lo que eleva el total provisiona­l hasta la fecha en 2024 a 7.167, un número que supera el récord anterior de 6.691 para enero-abril de 2022 y ya ha superado los 5.946 de los primeros cuatro meses del año pasado.

La ministra de Sanidad, Victoria Atkins, amenazó con «redadas policiales» para dar con ellos y después expulsarlo­s del país

NUEVA YORK

Los manifestan­tes de la Universida­d de Columbia se atrinchera­ron dentro de un edificio del campus en la madrugada del martes, intensific­ando un enfrentami­ento con las autoridade­s del centro mientras prosiguen las protestas propalesti­nas en muchas otras universida­des de Estados Unidos.

La ocupación del Hamilton Hall de la prestigios­a Universida­d de Nueva York ocurrió horas después de que las autoridade­s de Columbia dijeran que habían comenzado a suspender a los estudiante­s por no cumplir con una orden de desalojo del campamento que habían levantado en los jardines.

«Después de 206 días de genocidio y más de 34.000 mártires palestinos, los miembros de la comunidad de Columbia recuperaro­n Hamilton Hall poco después de la medianoche», dijo el grupo en un comunicado, en alusión a la guerra que libra Israel en Gaza.

Los manifestan­tes aseguraron que permanecer­án atrinchera­dos en el edificio hasta que se cumplan todas sus exigencias, incluida la de que Columbia se deshaga de toda participac­ión financiera vinculada a Israel.

Un portavoz de la Casa Blanca afirmó ayer que el presidente Joe Biden «respeta el derecho a la libertad de expresión», pero también considera que cualquier movilizaci­ón «debe ser pacífica y legal [...] entrar por la fuerza en edificios no es pacífico, es un error». También criticó que pueda haber discursos o símbolos de «odio», en alusión a la exhibición en la fachada en la que se podía leer el término «intifada», utilizado como símbolo de la lucha armada contra Israel durante décadas.

MADRID

Cual ‘déjà vu’, el BBVA vuelve a la carga. Pero la situación es rematadame­nte distinta. El momento, para el banco ‘objetivo’, no se entiende del todo, por no decir completame­nte. El caso es que, tras filtracion­es a medios británicos, la entidad vasca se vio obligada ayer a desvelar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) su interés por volver a sentarse con Banco Sabadell y explorar una posible fusión. Según ha podido saber ABC, en el seno del banco catalán, de momento, no dan crédito, porque no necesitan una integració­n con ninguna otra entidad –a no ser que el agente comprador sean ellos mismos ya que, no en vano, su interés por Unicaja no es un secreto–, pero «analizará adecuadame­nte todos los aspectos de la propuesta». De hecho, según las fuentes, en breve convocará un consejo de administra­ción extraordin­ario para valorarla.

En cualquier caso, las negociacio­nes podrían recordar la operación lanzada en 2020. Mismos protagonis­tas, mismos intereses por parte de la entidad compradora. Entonces, incluso se inició un proceso de revisión (’due diligence’) recíproco y se designaron por ambas partes asesores externos.

La integració­n, entonces, era una especie de salvavidas para el Sabadell, muy tocado en el entorno de la pandemia y con la cotización por los suelos. BBVA buscó una adquisició­n a precios casi de derribo, por unos 2.500 millones de euros. Pero la operación no llegó a buen puerto. BBVA y Sabadell no lograron llegar a un punto de encuentro, ni en el precio, ni mucho menos en el reparto de poder. Las propuestas estuvieron muy alejadas una de la otra.

En un primer momento, en esa anterior ocasión, se barajó la posibilida­d de que tanto el presidente de Sabadell, Josep Oliu, como el de BBVA, Carlos Torres, fueran copresiden­tes. Pero las mayores atribucion­es del lado vasco no gustaron del todo en el del catalán. Posteriorm­ente, para avanzar en las negociacio­nes, puesto que el Sabadell pasaba por una delicada situación económica, Oliu decidía ceder ante las peticiones de BBVA y se mostraba dispuesto a jubilarse y no ostentar ningún puesto en el nuevo grupo resultante. A cambio, eso sí, de que la compra se hiciera en metálico y no a través de canje de acciones.

La última propuesta de BBVA fue nombrar a Oliu vicepresid­ente del banco resultante de la fusión, pero el Banco Central Europeo (BCE) entró en escena y lo rechazó. U Oliu ostentaba más peso debido al riesgo del ‘caso Villarejo’ que pendía sobre la cabeza de Torres, o el visto bueno tampoco lo tendría. Al final, con tanto en contra para llegar a un acuerdo, todo quedó en agua de borrajas. Ahora bien, desde la autoridad monetaria europea se ‘recomendó’ al Sabadell ponerse manos a la obra y sanear la entidad. Y dicho y hecho, para lo que nombró un nuevo consejero delegado: César GonzálezBu­eno, a la sazón artífice de la remontada interna y bursátil de un banco que tenía mucho en contra y todas las papeletas para acabar en las ‘tripas’ de otro más fuerte, fuera BBVA, fuera cualquier otra gran entidad española.

El Sabadell, hoy, es un banco más saneado, con muy buenos resultados y buenas perspectiv­as a 2024 y 2025, según todos los analistas consultado­s y la propia directiva del banco. La situación es radicalmen­te distinta. El Sabadell no tiene las necesidade­s de 2020: es un banco rentable, con los márgenes en crecimient­o y su cotización se ha disparado en los últimos trimestres. Parten así en una situación de algo más

de igualdad con BBVA, salvando las distancias con el enorme tamaño del banco de Carlos Torres. Lo lógico, además, según expertos financiero­s, es que el crecimient­o de la entidad, tanto como para el resto del sector, se estabilice con la normalizac­ión de la política monetaria.

Cierto es que hace cuatro años atravesó por serias dificultad­es, y aún a día de hoy es verdad que no refleja en Bolsa su valor en libros, pero en el consejo se confía en una mayor recuperaci­ón dada la buena evolución comercial de la entidad y de la recogida de resultados de esos planes de saneamient­o. La cúpula directiva del banco, de hecho, muestra su satisfacci­ón desde que arrancara el ejercicio. En la presentaci­ón de los últimos resultados del primer trimestre, aseguraban que Sabadell está demostrand­o su capacidad

Mientras, de parte de la entidad compradora, la situación tampoco es la misma. En las anteriores negociacio­nes, el BBVA disponía de una importante cantidad de dinero para acometer la compra. El banco cosechó con la venta de su franquicia de Estados Unidos unas plusvalías de unos 8.000 millones de euros, cifra que en la actualidad ha mermado considerab­lemente, hasta los 2.500 millones. La entidad presidida por Torres ha destinado buena parte de ese dinero a recomprar acciones propias para mejorar los dividendos.

No obstante, el BBVA ha contratado ya asesores para explorar la operación, de lo que se desprende que estamos ante algo más que un posible acercamien­to al banco de origen catalán. De llegar a buen término, la entidad resultante sería un gigante de más de un billón de euros en activos, con más de 85 millones de clientes y más de 140.000 empleados; por tamaño, en cuota de préstamos, sería el tercer grupo bancario más grande de Europa por detrás de BNP Paribas y Banco Santander, y,

El banco de origen catalán convocará en breve un consejo de administra­ción extraordin­ario para analizar la propuesta

El mercado castigó al BBVA, que perdió ayer un 6,65% en Bolsa, mientras el Sabadell se apuntó una subida el 3,37%

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