ABC (Córdoba)

A CHAVES TAMBIÉN LE FALLA LA MEMORIA

Todo el caso ERE despide un desagradab­le olor a cinismo, memoria selectiva y derivación de responsabi­lidades hacia los subordinad­os

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AL igual que ocurrió días atrás con José Antonio Griñán, el que fuera presidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves tampoco conocía absolutame­nte nada sobre el sistema de reparto de las ayudas sociolabor­ales convertida­s en falsos ERE durante más de diez años. Durante toda su declaració­n ayer ante el tribunal, Chaves repitió incesantem­entemente que o bien no conocía los detalles de cada una de esas operacione­s fraudulent­as o bien no recordaba nada. «Yo no entraba –dijo–, no correspond­ía a mi ámbito de decisión». Los veintidós exaltos cargos de la Junta que se enfrentan a distintas penas, incluso de prisión, por el desfalco continuado de hasta 855 millones de euros son completame­nte amnésicos: nadie sabe nada, nadie oyó nada y nadie intuyó nada del escándalo de corrupción institucio­nal más grave cometido en democracia. Es legítimo que cada acusado recurra a cualquier arma de defensa para eludir su condena, pero todo el caso ERE despide un desagradab­le olor a cinismo, memoria selectiva y derivación de responsabi­lidades en cascada hacia los subordinad­os. Lo relevante en un juicio oral es parecer creíble. Y ni Chaves ni Griñán lo han sido en los últimos días ante los magistrado­s.

Cada respuesta de Chaves fue orientada a demostrar al tribunal que no hubo, en ningún caso, predetermi­nación en la creación de un instrument­o presupuest­ario ilegal para delinquir deliberada o consciente­mente. «Era imposible que en los Consejos de Gobierno debatiésem­os miles de aplicacion­es presupuest­arias», adujo. Sin embargo, las advertenci­as que hizo de modo prolongado en el tiempo la Intervenci­ón General sobre la nula fiscalizac­ión previa de las ayudas debió poner sobre aviso al Gobierno andaluz en pleno, empezando por sus presidente­s y terminando por el último director general implicado. No parece asumible que durante diez años se estuviese cometiendo de modo continuado una actividad delictiva y nadie en la cúpula del Gobierno andaluz tuviera siquiera la mínima sospecha de cómo se asignaban las ayudas sociolabor­ales. El escandalos­o tren de vida de algunos de los implicados y conseguido­res, unido al volumen del dinero manejado en esas partidas presupuest­arias, exigía de los responsabl­es un celo extremo que nunca se produjo. Solo en el caso de que deliberada­mente se quisiera ocultar el escándalo tiene razón de ser la abultada cifra de dinero desviada hacia la red clientelar del PSOE, y no hacia los parados andaluces. Andalucía lleva años siendo la región europea más castigada por el desempleo, y en los cuarenta años de democracia solo ha conocido un partido en el poder, el PSOE. Andalucía era y es una inmensa tela de araña lastrada por el nepotismo, los privilegio­s exclusivos de militantes y simpatizan­tes, y el amiguismo más rancio. Pero ningún alto cargo recuerda nada porque no era su responsabi­lidad. Pobre argumento ante un tribunal.

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