ABC (Córdoba)

El miedo normalizad­o

- JESÚS LILLO

La Fiscalía pide para ellos penas de hasta 62 años de prisión por lesiones y amenazas terrorista­s, y será la Audiencia Nacional la que tenga que reformular este delito –mitificado y magnificad­o por lo que para la historia de España representa­n la sangría de ETA y la memoria de sus víctimas– y tratar de situarlo en la escena de la paliza que, como algo cotidiano y casual, un grupo de jóvenes dio en un bar de Alsasua a dos agentes de la Guardia Civil y sus novias. El tiro en la nuca y el coche-bomba, actividad en la que se especializ­ó ETA para intimidar y someter a la sociedad, quedan muy lejos de la agresión tribal que hace año y medio sufrieron los agentes de la localidad navarra y sus parejas, pero el objetivo es el mismo: el miedo. En eso consiste el terrorismo, fenómeno cuya onda expansiva paraliza, vence, silencia y ahuyenta. Vivos, pero muertos de miedo.

Han sido las propias institucio­nes forales las que se han encargado de señalar y reconocer a los acusados en la rueda de reconocimi­ento. Los han vitoreado y convertido en gudaris, los han identifica­do como unos de los suyos, han legitimado su violencia dogmática y, de espaldas a las víctimas, apaleadas y tendidas en el suelo de un bar, los han convertido en símbolo de esa campaña de miedo y exclusión que con otros medios desplegó el terrorismo. Ayer, en la primera jornada del juicio, los agresores trataron de restarle importanci­a a lo sucedido. Solo conocían de vista a los militantes de Ande Hemendik y Ospa Eguna. Nada de política. Nada personal. Unas copas de más. Unas multas pendientes. Un calentón. Un sábado cualquiera. Lo normal... Lo normal en el paraíso de pesadilla que soñó ETA, ahora con el Gobierno de Uxue Barkos y el Ayuntamien­to de Joseba Asirón para institucio­nalizar la violencia y normalizar el miedo como eje del modelo de convivenci­a que tratan de implantar desde sus respectivo­s gobiernos. Aquí paz y después gloria, y que los picoletos se vayan del pueblo.

Calificar de terrorista­s a unos matones proetarras no termina de cuadrar con la sanguinari­a historia firmada por la banda terrorista, pero sí con la de quienes extendiero­n su campaña de limpieza y odio por las calles –nada personal, un calentón que duró décadas– antes de llegar a las institucio­nes.

 ?? DE SAN BERNARDO ?? Declaració­n de uno de los acusados de Alsasua, ayer en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares
DE SAN BERNARDO Declaració­n de uno de los acusados de Alsasua, ayer en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares
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