No tengamos miedo a ser santos
Es lo dicho por el Papa Francisco en el balcón a la gente que estaba en la plaza del Vaticano. A raíz de hacer pública su tercera «Exhortación, Alegraos y regocijaos», el 15 de marzo de 2018. Y habla de que todos hemos de ser santos, y la santidad es algo normal en nuestras vidas, en jóvenes, trabajadores, en ancianos, en laicos de cualquier situación social, económica, en las clases medias, bajas y altas, en los clérigos y religiosos. La santidad no es un ejercicio de virtuosismo personal, sino que requiere una y otra vez confiarse humildemente a la misericordia de Dios. La santidad es santificar y santificarse cada uno en tareas ordinarias haciéndolas bien, en la vida de familia u otra circunstancias de estado, en el estudio o en el trabajo sea el que sea, el desempleado, el jubilado, el enfermo, etcétera... ¿Y cómo...? Contando con la gracia de Dios día a día y personalmente poner las virtudes humanas en el trato con todos quienes nos rodean. No se trata de ser el mejor y alcanzar el personalismo humano, sino el sobrenatural, cada uno en su sitio con su gente y ambientes y con mucha humildad. El Papa Francisco nos habla de 5 grandes manifestaciones del amor a Dios y al projimo: frente a la ansiedad y violencia estar centrado en Dios para superarla, frente a las negativas y tristeza el buen humor y la alegría , frente a la acedia cómoda y consumista y egoísta poner la lucha en salir de la mediocridad tranquila y anestesiante, frente al individualismo el comunitarismo, y frente a falta de espiritualidad la oración que es hablar con Dios en alabanza y contemplación. Es la vida de los primeros cristianos y de hoy; en definitiva se trata de acogerse a la opción de ser santos en cualquier momento y circunstancias, en el siglo XXI, sin rarezas en el día al día. JUAN J. CABRERA DE LA COLINA CÓRDOBA