HABLANDO CLARO
Antes de llegar a quitar presupuesto a educación o sanidad, hay infinidad de sitios donde los recortes presupuestarios
Con el título «Más sobre las pensiones», el rector de la Universidad Loyola Andalucía, Gabriel M. Pérez Alcalá, expone en un artículo de opinión las vicisitudes que éstas pueden pasar en España de no acometer urgentes y necesarias reformas. Comparto su opinión cuando afirma que en España no se abordan convenientemente los problemas. También razona y convence al decir que hay que cambiar la forma de financiación de las pensiones para garantizar su cumplimiento. Lo que no alcanzo a digerir es cuando dice «hablar en plata» y apunta que si no se reforma en profundidad el sistema, o no serán sostenibles o no serán suficientes, «salvo recortes significativos en las otras grandes partidas de gasto social (educación y sanidad)». Entrecomillo esta parte de su afirmación porque es la que se me indigesta.
Creo que a fuerza de dar tanto protagonismo a los políticos, podemos terminar pensando y razonando como a ellos interesa. Eso es lo último que debería pasar en democracia, donde control y crítica constructiva a la acción política es algo imprescindible. Decir que si fuese necesario un recorte para garantizar el derecho a las pensiones tendría que ir inevitablemente contra sanidad o educación, me suena a palabra de político. Digo esto, porque antes de llegar a quitar presupuesto a educación o sanidad, hay infinidad de sitios donde los recortes presupuestarios harían menor daño a los ciudadanos a los que la democracia se debe.
¿Por qué no hablamos del pellizco presupuestario que se come la locura de Estado Autonómico? ¿Por qué no hablar de las funciones de los 20.000 (¿?) cargos elegidos a dedo (asesores) en las instituciones? ¿Y de las pensiones y gabelas de los políticos? Antes que a sanidad o educación ¿no vamos a cortarle alas a esa infinidad de empresas y organismos estatales, autonómicos, municipales y provinciales que hay en España de los que soportamos su coste pero desconocemos su productividad? ¿Es que no sobran Universidades? ¿Son necesarias en España tantas televisiones a cargo del presupuesto de todos? ¿Conseguiremos algún día racionalizar y gestionar bien los gastos antes que de quitar derechos fundamentales a los ciudadanos?
¿Por qué no se establece en España un adecuado e independiente control interno que procure evitar esa corrupción que a todos avergüenza y arruina...? Todo eso, y me quedo corto, antes de tocar Sanidad, Educación o Justicia. Esta es la única salvedad que, con todo respeto pero con todo rigor, hago a la opinión del rector de la Universidad Loyola de Andalucía al que aprecio y admiro.
Desconozco cómo llamar al sistema político que antepone el bienestar de los políticos servidores del pueblo, al bienestar de los ciudadanos a los que se deben. De lo que estoy seguro es que ese sistema no puede llamarse democracia.