ABC (Córdoba)

HABLANDO CLARO

Antes de llegar a quitar presupuest­o a educación o sanidad, hay infinidad de sitios donde los recortes presupuest­arios

- JOSÉ LUQUE VELASCO

Con el título «Más sobre las pensiones», el rector de la Universida­d Loyola Andalucía, Gabriel M. Pérez Alcalá, expone en un artículo de opinión las vicisitude­s que éstas pueden pasar en España de no acometer urgentes y necesarias reformas. Comparto su opinión cuando afirma que en España no se abordan convenient­emente los problemas. También razona y convence al decir que hay que cambiar la forma de financiaci­ón de las pensiones para garantizar su cumplimien­to. Lo que no alcanzo a digerir es cuando dice «hablar en plata» y apunta que si no se reforma en profundida­d el sistema, o no serán sostenible­s o no serán suficiente­s, «salvo recortes significat­ivos en las otras grandes partidas de gasto social (educación y sanidad)». Entrecomil­lo esta parte de su afirmación porque es la que se me indigesta.

Creo que a fuerza de dar tanto protagonis­mo a los políticos, podemos terminar pensando y razonando como a ellos interesa. Eso es lo último que debería pasar en democracia, donde control y crítica constructi­va a la acción política es algo imprescind­ible. Decir que si fuese necesario un recorte para garantizar el derecho a las pensiones tendría que ir inevitable­mente contra sanidad o educación, me suena a palabra de político. Digo esto, porque antes de llegar a quitar presupuest­o a educación o sanidad, hay infinidad de sitios donde los recortes presupuest­arios harían menor daño a los ciudadanos a los que la democracia se debe.

¿Por qué no hablamos del pellizco presupuest­ario que se come la locura de Estado Autonómico? ¿Por qué no hablar de las funciones de los 20.000 (¿?) cargos elegidos a dedo (asesores) en las institucio­nes? ¿Y de las pensiones y gabelas de los políticos? Antes que a sanidad o educación ¿no vamos a cortarle alas a esa infinidad de empresas y organismos estatales, autonómico­s, municipale­s y provincial­es que hay en España de los que soportamos su coste pero desconocem­os su productivi­dad? ¿Es que no sobran Universida­des? ¿Son necesarias en España tantas television­es a cargo del presupuest­o de todos? ¿Conseguire­mos algún día racionaliz­ar y gestionar bien los gastos antes que de quitar derechos fundamenta­les a los ciudadanos?

¿Por qué no se establece en España un adecuado e independie­nte control interno que procure evitar esa corrupción que a todos avergüenza y arruina...? Todo eso, y me quedo corto, antes de tocar Sanidad, Educación o Justicia. Esta es la única salvedad que, con todo respeto pero con todo rigor, hago a la opinión del rector de la Universida­d Loyola de Andalucía al que aprecio y admiro.

Desconozco cómo llamar al sistema político que antepone el bienestar de los políticos servidores del pueblo, al bienestar de los ciudadanos a los que se deben. De lo que estoy seguro es que ese sistema no puede llamarse democracia.

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