ESTÁ CÓRDOBA EN ABRIL PIDIENDO MAYO
Están las macetas preñadas de brotes y capullos que aún se protegen de la lluvia
Estaba acostumbrada a ver los patios ya floridos, pero este año he visitado con antelación uno de los que participarán en concurso y abrirá sus puertas el mes que viene. Un patio que no conocía. Uno que son dos y que esconde tesoros y curiosidades muy particulares. El del Custodio de la ciudad, anexo a la iglesia del Juramento de San Rafael, en la antigua casa del sacristán, que estuvo descuidado mucho tiempo y que un grupo de mujeres de todas las edades ha ido recuperando. Hay algo vivo en la liturgia previa de las grandes ocasiones, en la expectación y el caos que cree reinar durante los trabajos necesarios antes de una exposición.
El mismo Arcángel da la bienvenida discretamente, como buen anfitrión, cediendo el protagonismo al visitante y a la primavera para que ellos se hablen. Ahora está todo verde, de un verde llamativo, gordo, macetas subiendo escaleras buscando sol, una tabla de lavar, azulejos, placas con historia grabada y de basa un capitel sobre un solado de empedrado antiguo que recuperó su papel tras una cata. Están las macetas preñadas de brotes y capullos que aún se protegen de la lluvia, mirando de reojo a esas primeras impacientes que ya han florecido con unos colores brillantes que alumbran a pleno sol. Corales, fresas, burdeos, blancas. Qué bárbaras. Y qué descaro aguantando el agua. Parece que hayan florecido las guardianas de las que están por llegar, las que llegan a Córdoba en abril pidiendo sol y mayo. Una joven está limpiando unos aperos. Su silencio contrasta con la alegre conversación que llega desde el patio del fondo. Atravieso lo que después me explicaron que fue la antigua carbonera. Han convertido este espacio de paso en una pequeña capilla presidida por una imagen de la Virgen de Fátima. Estancia sorprendente y sencilla, llena de detalles inesperados y valiosos todos por hermosos, con espejos que reflejan la luz de las flores que evocan la canción de cuando antaño se llevaban por mayo flores a María. Una grata sorpresa ese rincón, tiene mucho sabor y trae recuerdos de otros lugares hoy tristemente destruidos.
En el patio del fondo, mientras, trastean, componen macetas y limpian escalones. Me cuentan la historia del patio y cómo se organizan para trabajar. Una preciosa y antigua fuente, mucho verde, todo es verde ahora, salpicado de las pocas valientes que ya han brotado pidiendo paso, avisando de lo que viene, advirtiendo que ya hace falta sol suave para que florezcan los pequeños. En sus jardineras añil empiezan a reventar de guapas las hortensias azules y moradas. Si se queda uno en silencio puede oír el murmullo de las gitanillas hablando de los preciosos vestidos que van a lucir como si de una reunión de amigas se tratase hablando de una fiesta grande. Y mucho más.
Como la obra social a la que dedican los ingresos que devengan de la exhibición del patio, la ayuda al transeúnte que ha de volver a casa y no tiene como llegar. Billetes, comida y acompañamiento hasta que el transporte está en marcha. Así desde hace años. Cuidando plantas y flores al abrigo del Custodio de Córdoba para ayudar a volver a casa a los que recalaron en nuestra tierra en busca de un jornal.
Y como preparan este patio, todos los demás. A todos los cuidadores, por vuestro trabajo y dedicación constantes, gracias.