Silvestrismo, cuando la ciencia no es su?ciente
Hemos aprendido que cualquier acción de protección, aprovechamiento o conservación que incida sobre el medio ambiente debe estar avalada técnicamente; a día de hoy, es impensable acometer cualquier actuación que no esté amparada en informes que justi?quen los objetivos y los medios para obtener aquellos. De esta forma, la ciencia se nos muestra como un árbitro necesario en materia medio ambiental, evitando que el debate ideológico, los valores morales o las preferencias personales se impongan a la razón cientí?ca, razón que siempre debe prevalecer.
Sin embargo, estas reglas del juego escritas y asumidas por todos aquellos que, de una forma u otra, nos relacionamos con el medio ambiente, ya sea para aprovecharlo y/ o protegerlo, están siendo injustamente incumplidas en el caso del silvestrismo, una a?ción que sólo en Andalucía reúne a más de 10.000 a?cionados.
El silvestrismo es una actividad consistente en la captura en vivo de ejemplares de aves fríngilidas para su educación al canto y su práctica en nuestro país se remonta a varios siglos atrás, presentándose en nuestros días de manera casi idéntica a como se practicaba en el Antiguo Egipto o en el siglo III en Roma y Grecia según descripción contenida en el Códice del sirio Oppiana. Esta a?ción está regulada, controlada y ?scalizada de manera muy estricta por las administraciones públicas que conceden los preceptivos permisos de capturas siguiendo los criterios cientí?cos del Comité Ornis y cumpliendo escrupulosamente la legislación europea, nacional y autonómica.
Hace unos 10 años varias entidades ecologistas del país pusieron sus ojos en el silvestrismo y se marcaron como objetivo fundamental su prohibición por una cuestión exclusivamente ideológica, las reglas de la ciencia ya no eran válidas. En la actualidad, no hay un solo estudio que pruebe cientí?camente que el silvestrismo es perjudicial para las poblaciones de fringílidas y tampoco hay un solo estudio que demuestre cientí?camente que el silvestrismo español incumple la Directiva AVES; nunca lo ha habido ni lo habrá por- que lo que sí ha demostrado la ciencia es que el silvestrismo español cumple escrupulosamente con la legalidad vigente a nivel nacional y europeo. Estudios realizados por organismos objetivos y cientí?cos no controlados por el ecologismo patrio han concluido en tal sentido, son los únicos estudios que existen. A pesar de ello, el lobby ecologista, más politizado que nunca, presiona para que más de 30.000 españoles dejen de practicar una a?ción inocua para el medio ambiente por el simple hecho de que no la comparten. Su presión ha llegado incluso a judicializar, por vía penal y de manera vergonzante, la actuación de nuestras administraciones públicas.
El año 2018 es un año crucial para el silvestrismo, Europa decidirá su futuro. Los tentáculos del ecologismo español también llegan a Bruselas. Por ello, es el momento de los políticos valientes, esos que, por encima de valoraciones ideológicas y/ o morales, deben defender a los silvestristas con la razón y el rigor de la ciencia, esa misma que justi?ca que el silvestrismo español cumple con la ley.