Cazadores andaluces apuestan por la expansión natural del lobo en Andalucía
Se oponen a la idea ecologista de su reintroducción
Los censos nacionales de Lobo Ibérico apuntan al crecimiento poblacional de una especie que empieza a avistarse en el territorio andaluz, lo que está generando un amplio debate en cuanto a su gestión
Muy lejos queda ya el tradicional enfrentamiento entre el cazador y el lobo tan representado en multitud de cuentos populares. Los cazadores andaluces, como miembros del Proyecto Life Lobo en Andalucía a través de la Federación Andaluza de Caza, apuestan por la conservación del Lobo Ibérico a través de su expasión natural en aquellos territorios donde encuentre su hábitat.
La aparición de proyectos europeos Life de conservación dedicados al lobo han generado en toda España un amplio debate sobre la gestión de una especie cuyas poblaciones afectan a ganaderos, cazadores y conservacionistas.
El desequilibro es una de las principales características de las población lobera a nivel nacional: mientras que al norte del Duero su caza está permitida para evitar los múltiples daños que ocasionan a la ganadería, al sur del Duero su escasa población hace que sea una especie protegida cuya caza está completamente prohibida.
Sin embargo, los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en 2016 apuntan que la población de lobo en España ha experimentado un crecimiento del 20 por ciento pasando de 250 manadas a 297, según el censo nacional elaborado por el MAPAMA.
En Andalucía, donde la presencia de lobo ha sido prácticamente nula en los próximos años, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del territorio con?rmó este mismo año la existencia de datos positivos de su presencia en cinco de 26 cuadrículas censadas de los Parques Naturales de Sierra de Andújar, Sierra Morena y Hornachuelos.
No es casualidad la presencia de lobos en las áreas cinegéticas andaluzas de referencia: las cifras demuestran, según la Federación Andaluza de Caza, que la defensa y conservación de esta especie no sólo es compatible con la actividad cinegética regulada, sino que seguramente sea éste el motivo de su éxito. Basta comprobar el caso de Portugal, donde no está permitida su caza, en donde las poblaciones de lobo ibérico han descendido en los últimos años.
Pese a estos datos, Equo Andalucía emitía recientemente una nota de prensa en la que anunciaban que pedirá a la Consejería de Medio Ambiente la reintroducción de lobos en la comunidad andaluza, medida contra la que algunas de las asociaciones más representativas del mundo rural andaluz, como Asaja ó la Federación Andaluza de Caza ( FAC), ya han expresado su total rechazo al considerarla carente de rigor cientí?co.
En un comunicado publicado hace dos semanas, la FAC criticaba que “la reciente preocupación de los grupos ecologistas y animalistas por la reintroducción del lobo no sólo se encuentra totalmente desconectada de la sociedad andaluza y del resto de agentes que intervienen en la conservaición del medio natural, sino que responde, exclusivamente, al interés por abrir una nueva vía de ?nanciación para el sector ecologista a través de fondos públicos”.
Asimismo, el organismo federado andaluz instaba a la Consejería de Medio Ambiente a mantener su compromiso de favorecer la conservación del Lobo Ibérico mediante su expansión natural en aquellas zonas donde encuentre un hábitat favorable para ello.