La doctrina Ander Gil
Incluso en las mejores familias hay miembros y miembras que, como dice Pedro Sánchez de algunas formaciones políticas, «socavan los pilares de la convivencia». El problema es equivocarse de lado de la mesa y aplicar la doctrina Ander Gil –la de la provocación– a quienes defienden la libertad mientras se tolera y normaliza a los que azuzan a la rehala, cuando no a los mismos perros de caza mayor que la componen. Para el presidente del Gobierno, son el PP y Ciudadanos los partidos que practican una «política pendenciera» y socavan unos pilares de la convivencia cuyos procesos erosivos, ciencias puras, deberían quedar al margen de cualquier interpretación ideológica y aún más de cualquier interés partidista. A Sánchez, sin embargo, le enseñan las fotos que aparecen sobre estas líneas y solo ve al PP y a Ciudadanos, como en un test de Rorschach. «¿Qué ve usted aquí? A Pablo Casado». «¿Y aquí? A Albert Rivera». «¿Y aquí? Hay mucho humo, pero creo que están los dos juntos».
Como el pasado fin de semana en Alsasua, acto fundacional de la provocación socavadora, la marcha convocada ayer en Barcelona por los agentes de la Jusapol fue una provocación para los CDR. Los paisanos que quitaron de madrugada el cartel fascista que luce el balcón del Ayuntamiento de Cervera fueron al pueblo a provocar, lo mismo que hizo el joven que iba por los pasillos del metro de la Ciudad Condal con una gorra y una bandolera con la enseña española, al que los separatistas tuvieron que empujar escaleras abajo, terapia de choque, para que espabilara a golpes. Felipe VI provoca y se le reprueba, y el presidente del Supremo provoca y se le pone una querella.
Avalada por el doctor Sánchez, la doctrina Ander Gil socava los pilares de la convivencia y taladra los cimientos del propio sistema democrático. Están de obras y han contratado a una cuadrilla de expertos para que lo llene todo de humo.