Los límites de la ironía
Hay cuestiones, como el derecho a la vida, valor supremo, demasiado sensibles para los lectores, que a menudo no toleran que la ironía añada ambigüedad a los argumentos que manejan nuestros columnistas y colaboradores. Valga como ejemplo este ejercicio de autocrítica. «Quisiera agradecer al señor González Esteban –escribe GREGORIO GUITIÁN, profesor de la Universidad de Navarra– la observación que hace en su carta del pasado domingo, en relación con el artículo titulado “Eutanasia a la holandesa”, que escribí en la Tribuna Abierta el pasado 26 de octubre. Pedía el Sr. González una aclaración sobre la frase “la primera ley holandesa (1993) era ideal”, que efectivamente puede dar pie a un malentendido. Empleo el adjetivo “ideal” con una intención totalmente irónica, pero hubiera quedado más claro entrecomillando el adjetivo o precisando que “fue presentada como ideal”. Usé ese adjetivo porque quienes promovieron y defendieron esa ley la vieron ingenuamente de forma idealizada (porque según ellos incluía unos controles rigurosísimos y estaba pensada solo para casos muy concretos y extraordinarios). Pero lamentablemente los hechos lo han desmentido dramáticamente. El error está en la misma existencia de cualquier ley de eutanasia, que otorga cobertura legal para terminar con la vida de personas vulnerables y abre una brecha transmitiendo indirecta o directamente la señal de que el suicidio es un bien social que merece protección».