Ficción y realidad
«TEBAS LAND» Autor: Sergio Blanco. Dirección: Natalia Menéndez. Intérpretes:
Pablo Gómez-Pando y Víctor Sevilla.
Lugar: Teatro Góngora. Fecha: 9 de noviembre de 2018.
«Tebas Land», es una obra teatral de Sergio Blanco, que se basa en el tema de Edipo, para especular sobre la ficción, la realidad, la creación literaria y el parricidio, entre otras cosas. Está dirigida por Natalia Menéndez e interpretada por Pablo Gómez-Pando y Víctor Sevilla. Son dos únicos actores los que dan vida a los personajes: un dramaturgo, Pablo GómezPando, y un actor, Víctor Sevilla, que interpreta, dentro de la ficción, a un preso. Hay dosis de teatro dentro del teatro, dando lugar a una estructura compleja, en la que se entrelazan elipsis de tiempo y situaciones.
La obra es muy narrativa, mostrándose muchos de los hechos como relatos del pasado. Ello hace que el texto pese, pues la acción consiste, en buena parte, en contar historias pretéritas de los personajes. Se habla mucho, pero pasan pocas cosas. Las cosas que se hablan son a veces redundantes, se cuenta varias veces, con distintas palabras, el mito de Edipo, sus personajes, sus complejos, con un aire de psicoanálisis escenificado. Al parricidio también se le dan vueltas para arriba y para abajo, mareando más que aportando. Es un diálogo muy cultureta, con abundantes alusiones a Sófocles, Dostoievski.
Por supuesto no se libra Freud, Mozart… citas y referencias que están muy bien, pero parecen un alarde de erudición espeso. La obra arranca con expectativas de ingenio, pero pasan los minutos y el avance es escaso, siendo las reincidencias temáticas muchas. Muy bien los dos actores, realizando un muy intenso trabajo, en el que la tensión emocional y el ritmo del diálogo atraen la atención del espectador, cuando no lo consigue el texto. Así mismo, la directora, Natalia Menéndez, extrae teatralidad al discursivo libreto, haciendo se muestran, así como la agilidad, el relieve y la atmósfera que consigue en la puesta escénica, suplan lo prolijo del texto.
También es muy acertada la escenografía de Alfonso Barajas y la iluminación de Juan Gómez Cornejo, ambas recreando el interior de una prisión con atmosfera cargada y opresiva.