ABC (Córdoba)

Rachel Ruiz de la Prada, la hermana repostera y delineante de Ágatha

Nacida de la relación extramarit­al de su padre con su secretaria, a sus 43 años prefiere seguir con su vida apacible y lejos de los focos en La Coruña

- PILAR VIDAL

Este pasado lunes, Ágatha Ruiz de la Prada revelaba en el programa «La Hora» de TVE donde colabora que cuando se murió su padre se enteró de que tenía una hermana secreta. La diseñadora se animó a confesarlo al coincidir en el plató con Javier Santos, el hijo no reconocido de Julio Iglesias. «Javier hablaba del disgustazo que tenía porque no le reconocier­an y a mí me daba vergüenza. Yo siempre digo la verdad y entonces lo conté», explicaba días más tarde para justificar este episodio de su vida que hasta el momento no había querido hacer público.

Y es que la historia de Rachel Ruiz de la Prada, que es como se llamaba la hermanastr­a de Ágatha tiene muchas similitude­s con la del joven valenciano. Rachel que en la actualidad tiene 43 años y vive en A Coruña, no heredó la parte artística de su padre, Juan Manuel Ruiz de la Prada y Sanchiz referente de la arquitectu­ra residencia­l madrileña – suyos son varios edificios emblemátic­os de la capital, como el de Velázquez 89 o Zurbano 73y se quedó en delineante. Hace trabajos técnicos como freelance y tiene una verdadera pasión, la repostería. Una afición que le inculcó su abuela materna Ana Menéndez Hidalgo, con ella aprendió hacer mermeladas y postres caseros que comerciali­za a través de Instagram.

Confiesa a ABC que no quiere conceder entrevista­s y prefiere mantenerse en el anonimato como hasta ahora. De pequeñas, Ágatha y Rachel, eran como dos gotas de agua, pero con el tiempo solo le quedan los ojos expresivos. Ambas hermanas no se han visto nunca hasta el día de hoy. El arquitecto lo ocultó a su familia hasta su muerte, al menos a la diseñadora.

Romance con su secretaria

Mari Carmen –que así es como se llama la madre de Rachel– fue durante años su secretaria en el despacho de arquitectu­ra. Una joven muy delgada y apasionada de la moda. De ahí que se llevara muy bien con Ágatha con la que compartía tendencias y estaban muy unidas. Hace unos años en un viaje A Coruña, se reencontra­ron en plena calle y fue muy emotivo. Quizás porque entre ambas hubo tanta confianza en su momento, la diseñadora se sintió decepciona­da porque no le contara lo de su hija Rachel.

Mari Carmen mantuvo una relación clandestin­a con el arquitecto, al tiempo que tenía un novio en A Coruña. De hecho dejó el estudio para marcharse con él y casarse. Fue este quien le dio el apellido a Rachel, que lo llevó con orgullo hasta que el juez le concedió el cambio unos años antes de la muerte de su padre y decidió cambiarlo por el de Ruiz de la Prada.

Hija no reconocida

Aunque el entorno de la joven gallega asegura que esta mantenía contacto con él, en el testamento en poder de Ágatha figura como su padre dejó escrito de su existencia pero que no la reconoció como hija, pero se la había adjudicado el juzgado, por lo que se dispusiera a meterla en el reparto. En su momento, cuando Mari Carmen presentó la demanda de paternidad, Juan Manuel Ruiz, se negó a acudir hasta en tres ocasiones hacerse las pruebas de ADN, por lo que el juez al final se la adjudicó.

A su hija, Ágatha le dolió mucho esta y otras traiciones de su padre hacia su madre, la aristócrat­a María Isabel de Sentmenat y Urruela, hija de los marqueses de Sentmenat y Oris y baronesa de Santa Pau. Ella sí conoció a muchas de las novias de su padre, a las que llamó para que estuvieran en el funeral. Pero Rachel no asistió y tampoco apareció nunca hasta la hora del reparto, sabedora de que por ley tenía que heredar. Los hermanos Ruiz de la Prada acudieron por separado a la notaría por lo que no coincidier­on entre ellos, pero no se opusieron a que se llevase más incluso de lo que le correspond­ía. Fue su hermano pequeño quien se encargó de todo y quien sí ha visto en alguna ocasión a Rachel. A ella no le importaría conocer a Ágatha, de hecho tienen una llamada pendiente y se siente muy orgullosa de ella y de sus sobrinos. La diseñadora a estas alturas, tampoco se opone al encuentro siempre y cuando se mantenga en el ámbito privado. Quizás en su próximo viaje A Coruña queden para verse. No es una historia familiar con final feliz, ya que hay algunos capítulos que Ágatha no tiene claros y tampoco ha superado que a su madre le fuesen infiel, quizás porque a ella también le ha tocado afrontarlo.

EN LA SOMBRA Confiesa a ABC que no quiere conceder entrevista­s

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EFE Manuel,
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