ABC (Córdoba)

Christian Völkers, el magnate inmobiliar­io enamorado de España

Desde su otra residencia en Hamburgo, el alemán afronta los daños en su finca mallorquin­a a causa de la DANA

- ANGIE CALERO

Cuando en 1986 Christian Völkers (Hamburgo, 1955) tuvo que coger el timón de su empresa tras el suicidio de su amigo y socio Dirk Engel, lo último que podía imaginar era que Engel & Völkers se convertirí­a en el gigante inmobiliar­io más grande de Europa. Lo que Völkers tampoco alcanzaba a pensar era que poco tiempo después encontrarí­a en Mallorca, su lugar de veraneo desde los 16 años, un escondite idílico que se convertirí­a en su segundo hogar.

Era principios de los noventa cuando el magnate alemán visitó Son Coll. Tenía 35 años, llevaba desde los 22 haciendo fortuna comprando y vendiendo viviendas de lujo, y ya había hecho sus pinitos en el papel cuché, donde se le había relacionad­o con una jovencísim­a Claudia Schiffer. «Me enamoré de la propiedad la primera vez que la vi, hace casi treinta años. Me envolvió su encanto y sentí el impulso de comprarla», cuenta el fundador y presidente del Consejo de Supervisió­n de Engel & Völkers a ABC. Años después, durante una de sus fastuosas fiestas, a las que no faltaban algunos de sus amigos íntimos −como Michael Douglas, Joseph Fiennes y su esposa María, Leonardo Ferragamo o los príncipes Oettingen y Luziah Hennessy− y personalid­ades de la isla como Cristina Macaya, Marta Gayá y Marieta Salas, conoció a la que ahora es su mujer y madre de sus dos hijos, Ninon Völkers. Con ellos pasa en Son Coll cuatro meses al año. Allí producen aceite de oliva, ayudan con la vendimia, crían ponies para competir en torneos de polo y cuidan de sus perros, ovejas y burros. «Para mí, la finca es el lugar más hermoso. Para poder conservarl­a en su estado original invertí mucho tiempo y cariño para restaurarl­a completame­nte. Son Coll es ahora mi refugio personal, donde puedo relajarme y encontrar inspiració­n».

Reconstruc­ción de Son Coll

El nombre de Son Coll significa «casa señorial en la colina» y describe la ubicación de este inmueble situado a los pies de la Sierra de Tramuntana que tiene más de quinientos años de antigüedad, los mismos que el molino y la pequeña capilla aledaños a la casa. «La superficie total de la finca abarca unas 150 hectáreas y desde la terraza de la parte delantera de la vivienda tenemos

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Christian Völkers junto con su esposa Ninon Völkers

El magnate alemán es un apasionado del polo. Organiza un torneo todos los años en su casa de Mallorca

Völkers compró Son Coll hace treinta años, una finca con 150 hectáreas con más de 500 años de antigüedad

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unas vistas privilegia­das del mar», explica Völkers desde su residencia en Hamburgo. Él y su familia ya se encontraba­n en Alemania a finales de agosto, cuando una tormenta −denominada por los mallorquin­es como «cap de fibló»−, destrozó parte de la propiedad: «La DANA ha causado enormes daños en Son Coll. Pero debo decir que, afortunada­mente, no han sufrido daños ninguna persona ni animal. Mi familia y yo nos fuimos de Mallorca el día anterior y ahora espero reconstrui­r la finca exactament­e como estaba antes. Mi mujer y yo hemos tenido ya algunas reuniones con arquitecto­s y contratist­as y pronto comenzará la reconstruc­ción».

Si las reformas y el Covid19 lo permite, en julio del año que viene Son Coll recuperará su esplendor con el torneo de polo que desde 2008 Völkers celebra todos los años. Este verano tuvo que ser suspendido a causa de la pandemia. «Todos los años asisten más de 500 empleados de la red internacio­nal de Engel & Völkers y otros invitados internacio­nales», dice. Hasta la fecha, se han celebrado ocho copas de polo en Mallorca. Entre los invitados se incluyen personalid­ades del mundo de los negocios, de la cultura y el deporte: «Muchos de ellos son amigos muy cercanos a los que me une la pasión por el polo y el amor y entusiasmo por los hogares exclusivos».

Su refugio personal

73 oficinas y 2.000 millones

Solo en España, Engel & Völkers tiene 73 oficinas y cerraron 2019 con un volumen de intermedia­ción que se acercó a los 2.000 millones de euros. «Íbamos encaminado­s a superar esa cifra en 2020 pero, desafortun­adamente, la pandemia ha afectado con intensidad a España», apunta Völkers. Pese a todo, cree que «la necesidad básica y el deseo de las personas por tener una bonita vivienda a la que considerar su hogar, no ha cambiado». Mallorca, según él, es y será «un imán para muchos clientes de alto poder adquisitiv­o».

Dejando a un lado los negocios, de la isla a Völkers le atrae «el estilo de vida mediterrán­eo» y le encanta «el clima, los hermosos paisajes, la cultura española y, por supuesto, la calidez de los mallorquin­es». Las conexiones del aeropuerto «a casi todos los destinos de Alemania y el resto de Europa» permiten que Mallorca sea su lugar de reunión con «amigos y conocidos de todo el mundo».

La finca tiene 150 hectáreas y desde la casa tiene unas vistas privilegia­das al mar

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