ABC (Córdoba)

Idas y venidas del Gobierno

- POR JOSÉ RAMÓN ITURRIAGA

La semana pasada, la vicepresid­enta Calviño, en una entrevista en la Cope, enfatizaba de forma muy solemne que una cosa es el ruido y otra muy distinta son las nueces. Insistía en que no importa tanto lo que unos u otros pueden llegar a decir sino lo que al final aparece negro sobre blanco en el BOE. Y tiene razón la responsabl­e de política económica en que muchos de los anuncios que hacen los socios del Gobierno a la hora de la verdad quedan en nada, pero eso no es suficiente. Desde luego que sería peor, muchísimo peor, si algunas de las ocurrencia­s de la parte más radical del Ejecutivo terminase plasmándos­e en una ley. Ahora, importa recordar que el por así llamarlo ruido no es para nada inocuo. Las idas y venidas, los enfrentami­entos más o menos explícitos entre las distintas facciones del mismo

Gobierno acaban pasando factura y se traducen en la percepción de una menor seguridad jurídica, lo que pesa mucho en el ánimo de todos los agentes económicos.

No podemos estar todos los días a vueltas con lo que puede pasar con la reforma laboral, las pensiones, el marco impositivo y el precio de los alquileres, por citar solo algunos de los asuntos que no terminan de cerrarse y a los que damos vueltas como en una espiral que no va a ninguna parte.

Este Ejecutivo, o mejor dicho la parte socialista de este Gobierno, ha dado por buena la retórica populista de su socio y no se enfrenta de forma directa a los disparatad­os planteamie­ntos económicos. Y es ahí donde reside el problema. Dominan el discurso y los tiempos. Y el resto del Gobierno (y la oposición) va a remolque sin que nadie sea capaz de romper con esta dialéctica perversa que es el meollo del problema. Las soluciones sencillas a problemas complejos no existen y darle hilo a la cometa sirve de poco. Los ministros más técnicos se desesperan pero a su jefe se le ve cómodo poniendo una vela a Dios y otra al diablo, lo que imposibili­ta que se pueda avanzar con políticas que desde luego serían mucho más beneficios­as. Tenemos un muy buen ejemplo cerca. Portugal, en los últimos años, con un gobierno de coalición de signo parecido, es el mejor ejemplo de cómo salir del bucle y hacer planteamie­ntos valientes que en poco tiempo han dado muy buen resultado y que rompen con el buenísimo imperante.

Magro consuelo es el hecho de que podría ser peor, solo faltaba. Lo más desalentad­or quizá es el reconocimi­ento implícito de que están maniatados para el desarrollo de las políticas que consideran más adecuadas, bastante tienen con que no salgan adelante los planteamie­ntos disparatad­os con los que se desayunan todos los días.

Veremos si, como algunos anticipan, la aprobación de los Presupuest­os supone un antes y un después en la política económica. Resulta tal vez muy ingenuo siquiera pensarlo. En todo caso, igual de ingenuos que la vicepresid­enta tercera.

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