Idas y venidas del Gobierno
La semana pasada, la vicepresidenta Calviño, en una entrevista en la Cope, enfatizaba de forma muy solemne que una cosa es el ruido y otra muy distinta son las nueces. Insistía en que no importa tanto lo que unos u otros pueden llegar a decir sino lo que al final aparece negro sobre blanco en el BOE. Y tiene razón la responsable de política económica en que muchos de los anuncios que hacen los socios del Gobierno a la hora de la verdad quedan en nada, pero eso no es suficiente. Desde luego que sería peor, muchísimo peor, si algunas de las ocurrencias de la parte más radical del Ejecutivo terminase plasmándose en una ley. Ahora, importa recordar que el por así llamarlo ruido no es para nada inocuo. Las idas y venidas, los enfrentamientos más o menos explícitos entre las distintas facciones del mismo
Gobierno acaban pasando factura y se traducen en la percepción de una menor seguridad jurídica, lo que pesa mucho en el ánimo de todos los agentes económicos.
No podemos estar todos los días a vueltas con lo que puede pasar con la reforma laboral, las pensiones, el marco impositivo y el precio de los alquileres, por citar solo algunos de los asuntos que no terminan de cerrarse y a los que damos vueltas como en una espiral que no va a ninguna parte.
Este Ejecutivo, o mejor dicho la parte socialista de este Gobierno, ha dado por buena la retórica populista de su socio y no se enfrenta de forma directa a los disparatados planteamientos económicos. Y es ahí donde reside el problema. Dominan el discurso y los tiempos. Y el resto del Gobierno (y la oposición) va a remolque sin que nadie sea capaz de romper con esta dialéctica perversa que es el meollo del problema. Las soluciones sencillas a problemas complejos no existen y darle hilo a la cometa sirve de poco. Los ministros más técnicos se desesperan pero a su jefe se le ve cómodo poniendo una vela a Dios y otra al diablo, lo que imposibilita que se pueda avanzar con políticas que desde luego serían mucho más beneficiosas. Tenemos un muy buen ejemplo cerca. Portugal, en los últimos años, con un gobierno de coalición de signo parecido, es el mejor ejemplo de cómo salir del bucle y hacer planteamientos valientes que en poco tiempo han dado muy buen resultado y que rompen con el buenísimo imperante.
Magro consuelo es el hecho de que podría ser peor, solo faltaba. Lo más desalentador quizá es el reconocimiento implícito de que están maniatados para el desarrollo de las políticas que consideran más adecuadas, bastante tienen con que no salgan adelante los planteamientos disparatados con los que se desayunan todos los días.
Veremos si, como algunos anticipan, la aprobación de los Presupuestos supone un antes y un después en la política económica. Resulta tal vez muy ingenuo siquiera pensarlo. En todo caso, igual de ingenuos que la vicepresidenta tercera.