ARRANQUE DEL AÑO
Tras un 2020 como el que nos ha tocado vivir, quizá lo menos previsible era un arranque de año como el que estamos teniendo. La traca final de la presidencia de Trump supera todas las expectativas. El asalto al Capitolio constituye sin duda el hecho más terrible de la historia reciente americana. Y lo más destacable es que desde el punto de vista de los mercados no tuvo el menor impacto. La Bolsa americana cerró al día siguiente de este trágico suceso en nuevos máximos históricos y los diferenciales de la deuda corporativa continuaron estrechándose.
Ni siquiera en los momentos de mayor zozobra del día 6 de enero, en los que todavía era difícil saber cuál iba a ser el desenlace, los mercados titubearon. No se sabe bien si nunca tuvieron dudas de los contrapesos del sistema americano como luego se ha demostrado. O que le dan más importancia a la salida de un antisistema de la Presidencia del país. O estaban directamente poniendo en precio el otro resultado que se conocía ese día, que era la mayoría en el Senado para los demócratas, lo que le va a permitir al presidente Biden sacar adelante más y mayores reformas.
En el plano político espero que este infausto día sirva como apuntan algunos de los mejores analistas de política internacional como vacuna contra los populismos, no solo en Estados
Unidos, sino en el resto del mundo. En el económico hay pocas dudas de que la marea azul que acaba de confirmarse la semana pasada refrenda la visión de mayor gasto y al final del día inflación. Eso es lo que parece que el mercado está poniendo en precio en estos primeros compases del año. Los tipos de interés de los bonos americanos han repuntado con fuerza ante el más que probable fuerte paquete de estímulo fiscal que va a impulsar Biden.
Y eso parece ser lo que tienen cada vez más claro los mercados. Recuperación económica de la mano de la vacuna, mayor gasto público y políticas monetarias ultraexpansivas se van a terminar traduciendo en repunte de los precios, que es lo que puede cambiar la valoración de todos los activos. Tras más de diez años en los que la inflación ni estaba ni se la esperaba empieza a asomar la patita y no es para nada baladí.