Diversidad
«Este es un sitio en el que nadie puede fiarse de nadie, pero tampoco es lo que cuentan los forasteros» Tensiones «Cada vez que hay un conflicto entre Madrid y Picardo, las colas en la frontera son insufribles» Nueva cepa «Ahora aquí preocupa más la mut
y a Irlanda cuando terminó la carrera para poder trabajar con un salario digno. Y sólo encontró una oportunidad para regresar a España en buenas condiciones a través de Gibraltar. Ha estado dirigiendo una casa de apuestas durante doce años. El negocio de la «suerte» tiene su sede central en el Peñón, que es un imán fiscal para sociedades de todo el mundo, pero ella lo ve como un paraíso de oportunidades, no de impuestos ni de magnates del juego: «Cuanto más al norte de España llevamos este conflicto, mayor tensión se produce, pero se trata de un nacionalismo anticuado, esa antipatía aquí no se vive». Para Rebeca, la Roca es el salvavidas de muchos trabajadores del Estrecho: «En esta zona hay muy pocas empresas y las condiciones laborales no son buenas mientras que Gibraltar permite desarrollarse, pero mucha gente no entiende que cuando hay cualquier disputa política entre Madrid y Picardo, quienes pagamos somos los trabajadores, que tenemos que hacer colas insufribles para pasar el control fronterizo». El ministro principal del Peñón, Fabián Picardo, no es precisamente colaborador en la relajación de esas hostilidades, aunque necesita a los españoles y tiene que medir sus bravatas. En las últimas semanas, no para de repetir que el Brexit es «un gran logro» para los británicos. Casi todos los días, el Servicio de Información del Gobierno de Gibraltar en España envía una nota con esa expresión, incluso cuando habla de las medidas del Covid, que están siendo muy férreas ahora por la irrupción de
la cepa británica, multiplicadora de los contagios en toda la comarca.
Cinthya es la gerente del supermercado Eroski del Peñón. A ella todo este lío del Brexit le suena ahora mismo a chino, nunca mejor dicho. De lo que se habla estos días a un lado y al otro de la alambrada es de la famosa mutación del virus: «Aquí los controles que se están haciendo son por la pandemia porque Picardo ha decretado el aislamiento, nada más». Su visión, no obstante, tiene una pátina de cansancio contra el tópico: «La Línea tiene mala reputación por la droga, el paro y el Peñón, pero aquí se vive de escándalo». Según Rebeca, es un ejemplo de integración: «En todas las empresas con sede en Gibraltar trabajan personas de muchas nacionalidades y religiones, hay una diversidad única en el mundo». La multiculturalidad jamás entendió de verjas.
La actividad delictiva
Curiosamente, en Ceuta pasa lo mismo. En el paso del Tarajal hay todos los días largas colas de trabajadores que tienen su porvenir asegurado en España y que por la tarde regresan a Castillejos, el primer pueblo africano. En la «focona» el trasiego es idéntico. Marruecos viene a trabajar a España y España va a trabajar a Gibraltar. Las dos columnas de Hércules que le roban espacio al mar son el edén del progreso mientras que la tierra ancha está plagada de dificultades. El bienestar se concentra en dos puntos de apenas unos kilómetros cuadrados. Pero este crisol es una locura jurídica. «Es un lugar muy propicio para la actividad delictiva porque en un pequeño espacio colisionan varias legislaciones. En función del lugar concreto donde se haya cometido el delito, la Justicia actúa de una manera», explica un agente que patrulla cerca de la Atunara, el barrio de la droga, el que siempre sale en la tele como falsa metonimia del pueblo. La Línea no es eso, ni mucho menos, aunque las carencias están a la orden del día. El alcalde, José Juan Franco, que es de un partido independiente para no romper la tradición de que allí nadie es de nadie, lamenta de forma repetitiva el escaso nivel de industrialización de esta comarca andaluza: «Me siento más español y andaluz que nadie, pero aquí no vivimos de banderas», se queja. Su fijación después del acuerdo del Brexit con Gibraltar es muy clara: «A partir de ahora tenemos que dialogar sobre otros temas como la fiscalidad y el tabaco».
Está muy extendida la certeza de que las pateras de las mafias nunca llegan a Little Bay Beach. Pero sí hay muchos linenses que se arriesgan a una celda en la prisión de Windmill Hill para consagrar la antigua cantiña del contrabandista, una copla que cantaba en la zona hasta el mismísimo Camarón: «A Roma se va por bulas, / por tabaco a Gibraltar, / por manzanilla a Sanlúcar / y a Cádiz se va por sal». En Main Street está el estanco de Lewis Stagnetto, uno de los más frecuentados por los andaluces,