ANARQUISTAS
Antes de la peste, el confinamiento o la nevada, los ciudadanos perdían sus derechos civiles con mucha facilidad
NO hace falta ser anarquista para defender la libertad del individuo por encima de cualquier autoridad. Circula ahora mucho una entrevista a Manuel Castells de principios de diciembre donde Juan Cruz le pregunta «¿Es usted anarquista?» y él responde: «Sí, lo soy, pero no lo practico. Como ministro no lo practico». Se creerá Federica Montseny con camiseta. Pero si no practica ni de ministro, cómo va a practicar de anarquista. Lo normal es que a la gente le guste hacer su voluntad. Los de las raves, Castells o Lola Herrera: «Intento hacer lo que me da la gana». Ahora le da la gana volver a hacer «Cinco horas con Mario». La gran nevada ha aumentado lo que a la gente no le está permitido hacer. Por fuerza mayor. Como toda la vida.
Hay personas a las que no les parece bien que se pida la colaboración ciudadana, no sé, para abrir un caminito en la puerta de tu casa y poder ir a por el pan de masa madre. Que eso lo tienen que hacer los servicios públicos. Defender la sanidad pública es una cosa, defender que el ciudadano se tiene que tocar los cataplines mientras papá Estado (de las autonomías o no) le saca las castañas del fuego, otra. Lo mejor es cuando dicen que las personas normales no tienen formación para retirar nieve. Un MBA en palas Atenea.
Antes de la peste y el confinamiento (no digo ya de la nevada, quien la sufriera), los ciudadanos perdían sus derechos civiles con mucha facilidad: en los aeropuertos, en las peluquerías, en los paritorios. Aunque los médicos prefieren que sus mujeres vayan a parir a los hospitales públicos (por las complicaciones), veo que últimamente muchos famosos tienen a sus hijos en Bmum (sé mamá, tócate). Una clínica con un equipo de más de 20 especialistas para una atención al parto personalizada. Favoreciendo los deseos de la madre y con el mínimo intervencionismo. Unos 10.000 euros por parto. Me ha recordado a Temple Grandin y sus mejoras en los mataderos para el confort del ganado cuando va a ser sacrificado. Esas vacas mueren mejor. Las mujeres ricas paren mejor. Como anarquistas de la sanidad pública.