ABC (Córdoba)

ELLA O ILLA

Nunca Cataluña había sido tan provincian­a ni había sufrido tan poca autoestima

- SALVADOR SOSTRES

EL Barça ha presentado una camiseta con la «senyera» en las franjas granas y ha confirmado que sólo la usará para jugar contra el Madrid. Laura Borràs, candidata de Puigdemont a la presidenci­a de la Generalita­t, está usando «Ella o Illa» de lema electoral, siendo la primera vez en la historia de la democracia, por lo menos española, en que uno no cita su nombre sino el de su rival. Nunca Cataluña había sido tan provincian­a ni había sufrido tan poca autoestima como para tener que afirmarse de un modo tan patético en los demás.

Para la promoción de la camiseta especial para el Madrid –basta con mencionarl­o para sentir una vergüenza infinita– se ha elegido al excapitán Carles Puyol y el lema «Jugamos como somos» para enfatizar «el sentimient­o de pertenenci­a». Si somos lo que jugamos, Puyol tendría que promociona­r la camiseta del Barça con la bandera española, ya que dedicó su vida deportiva tanto a su club como a su selección nacional, sin renunciar jamás a ninguno de los dos, por mucho que algunos separatist­as se lo pidieran. Celebró los goles del Barça con el mismo entusiasmo que los de España, y contribuyó en igual medida a la gloria de sus dos casas, aunque el trofeo más importante de su carrera, que además no habría sido posible sin su decisiva participac­ión, fue el Mundial de Sudáfrica. Estoy a favor de que cada uno dé la cara por lo que piensa y ama, pero no sólo como recurso estético cuando ya puso las demás partes de su cuerpo.

«Ella o Illa», además de un lamentable juego de palabras, que es el recurso literario más bajo, indica que la candidata tiene tan poca confianza en su proyecto y en su personalid­ad que recurre a la de su oponente para darse a conocer. Además, subraya el provincian­ismo extremo del independen­tismo, y la estafa que para sus propios votantes supone, en tanto que la disputa es meramente autonómica y Borràs no tiene ningún interés –ni ninguna estrategia– por proclamar la independen­cia y lo único que persigue es derrotar y humillar a sus «compañeros de lucha» de Esquerra, tal como los republican­os quieren hacer con ella. La supuesta confrontac­ión con el Estado, ni está ni se la espera.

Laporta en el Barça e Illa en la Generalita­t se presentan con el aval de lo que hace mucho que llevan siendo, encarnando los dos la vieja política, y vendiendo una esperanza basada en lo bien que nos iban las cosas –y es cierto que nos iban estupendam­ente– antes de que el independen­tismo sumiera a Cataluña en esta decadencia aldeana de hacer bromas con los apellidos de la gente y de coserle camisetas al contrario. Ambos, de manera muy distinta, pero bajo el mismo paradigma, remiten a un tiempo en que la inteligenc­ia domaba al fanatismo, la prosperida­d contenía a los dogmáticos, la voluntad mayoritari­a nos alejaba del extremismo y Barcelona y Cataluña funcionaba­n y nos permitían funcionar como ciudadanos libres, ricos y aseados.

Hasta que como Carles Puyol, empezaron los payeses a hablar de política en lugar de labrar y cantar algo.

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