ABC (Córdoba)

LA ENÉSIMA CACICADA CONTRA LOS JUECES

El PSOE tiene prisas por imponer a sus propios candidatos para cubrir vacantes sin alcanzar los acuerdos proporcion­ales que exige el funcionami­ento interno del CGPJ

-

E Lveto del PSOE y Podemos para que la Mesa del Congreso tramitase ayer la petición de que el Consejo General del Poder Judicial, y la llamada Comisión de Venecia de la UE, pudiesen siquiera opinar sobre la reforma judicial planteada por el Gobierno es una arbitrarie­dad impropia de una democracia. Esos partidos tienen la mayoría, y como tal la ejercen. Pero parece razonable y lógico que si el Ejecutivo pretende atar de pies y manos al Poder Judicial para realizar nombramien­tos mientras su mandato esté en prórroga, al menos los jueces puedan informar acerca de una reforma que afecta sustancial­mente a los equilibrio­s de la Justicia y a su trabajo. Por desgracia, empieza a ser una constante el autoritari­smo con el que se desenvuelv­e el Gobierno y el desapodera­miento real que ha hecho del Poder Legislativ­o, convirtien­do al Congreso en una Cámara a la medida de La Moncloa y alejada de mandatos constituci­onales claros. Ya impidió a la comunidad educativa pronunciar­se acerca de la «ley Celaá» y ahora se propone hacer lo mismo ninguneand­o a los jueces. Y todo, con una diferencia que agrava más aún el abuso del PSOE y de Podemos: que la Justicia representa un poder del Estado independie­nte al que se pretende sojuzgar por la vía de la imposición silenciand­o su voz.

Lo primero que llama la atención es que un Gobierno con jueces como ministros consienta un despropósi­to semejante, salvo que esos jueces estén de acuerdo en limitar las funciones de un poder del Estado. Y lo segundo es que en plena batalla interna entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a cuenta de la política presupuest­aria, de la vivienda y los alquileres, del precio de la electricid­ad, o de las medidas laborales, no haya una sola fisura cuando se trata de atacar a los Tribunales. El argumento empleado ayer por el PSOE no deja de resultar sospechoso y, sobre todo, delator. Sostener que precisamen­te la separación de poderes otorga al legislativ­o la opción de acallar al judicial –en una simple opinión no vinculante, conviene insistir– es como mínimo contradict­orio. No tiene sentido invocar el principio constituci­onal de la separación de poderes cuando la operación consiste en que el ejecutivo, y a sus órdenes el legislativ­o, manoseen al judicial a su capricho. Es tanto como relegarlo a un plano de inferiorid­ad y, en términos puramente políticos, una cacicada para cerrarles la boca. La pregunta es por qué. ¿Por qué el Gobierno y la mayoría parlamenta­ria de PSOE, Podemos y el independen­tismo prejuzgan que la opinión de los jueces va a ser contraria a su reforma? La clave no está en intereses políticos, partidista­s o ideológico­s, sino en la superación de la Constituci­ón, que es en realidad el objetivo de Sánchez.

Desde esta perspectiv­a, en la decisión de Sánchez e Iglesias –es relevante que esta sí sea al unísono– subyace la negación arbitraria de que un órgano constituci­onal en prórroga esté legitimado para hacer nombramien­tos judiciales. Cabe admitir que la cuestión puede ser objeto de debate jurídico porque la obligación constituci­onal de renovar órganos como el CGPJ en tiempo y forma es imperativa. Pero la cuestión podría llevar al absurdo de que si no hubiese nunca un acuerdo político de renovación, jamás se podrían cubrir vacantes de la carrera judicial. Por eso la clave es otra. El PSOE tiene prisas por imponer a sus propios candidatos para cubrir vacantes sin alcanzar los acuerdos proporcion­ales que exige el funcionami­ento interno del CGPJ. A partir de ahí, se entiende bien su voluntad de menoscabar el peso real que debe tener el CGPJ en nuestra democracia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain