ABC (Córdoba)

Interior destina 10,8 millones a vuelos chárter para deportar inmigrante­s

▶ Las expulsione­s a Marruecos avanzan a un ritmo «sensato» tras 9 meses de cierre

- LAURA L. CARO

El Ministerio del Interior ha previsto destinar 10,89 millones de euros para la contrataci­ón de vuelos chárter no comerciale­s destinados a la deportació­n de inmigrante­s irregulare­s. Una práctica, en pleno impulso dentro de la UE, que forma parte de la legislació­n española y cuya reactivaci­ón tras el confinamie­nto por el Covid en todo el mundo ha sido una tarea «titánica». Así lo destacan fuentes oficiales, que subrayan que gracias a intensos contactos bilaterale­s están en marcha las devolucion­es a Argelia, a Mauritania y sobre todo a Marruecos, país al que se dirigen la mayor parte de las entregas, y que se están produciend­o de nuevo a un ritmo «sensato». Aunque casi exclusivam­ente por vía aérea, no a través del ferry que une Algeciras con Tánger.

En términos generales, y habida cuenta del paréntesis por la pandemia, las mismas fuentes señalan que las expulsione­s «van bastante bien». Añaden que la cifra de 10,89 millones ahora presupuest­ada, que figura en las condicione­s de licitación publicadas el día 9 en el Boletín Oficial del Estado (BOE), entra «absolutame­nte dentro de lo habitual», si se observa la secuencia histórica.

Están previstos para costear durante 18 meses esos traslados internacio­nales, en los que las personas expulsadas retornan siempre acompañada­s de funcionari­os de Policía encargados de su custodia, reflejo de la competenci­a de Interior en esos desplazami­entos. Nada que ver, por tanto, con los controvert­idos vuelos detectados en diciembre entre el archipiéla­go canario y la Península, que fueron utilizados por inmigrante­s no sujetos a restriccio­nes deambulato­rias, a quienes les habían sido concedidos permisos administra­tivos en atención a sus circunstan­cias de «especial vulnerabil­idad».

Otro secreto

La deportació­n, junto a la neutraliza­ción de cualquier «efecto llamada», fue el argumento invocado por GrandeMarl­aska para rechazar estos meses atrás el traslado desde las islas a otros puntos de España de los inmigrante­s llegados a ellas, que ascendiero­n a 23.023 en datos provisiona­les al término del año. Constituye­n más de la mitad de los registrado­s en todo el país, que sumaron 41.861.

Anteriorme­nte, las incursione­s por miles se han registrado prioritari­amente por el Mediterrán­eo, y el recurso a los chárter ya existía, aunque también se usan plazas en vuelos comerciale­s. Las estadístic­as apuntan a que la mayoría de esas personas llegadas al margen de la legalidad en este pasado ejercicio al archipiéla­go son magrebíes, originario­s de Marruecos y Argelia por este orden. Países con los que las deportacio­nes están teóricamen­te muy engrasadas y, por tanto, funcionan con agilidad. Otra cosa es el número real que se consigue ejecutar.

Ni el Ministerio del Interior ni los países receptores ofrecen cifras –otro de los herméticos secretos que rodean la gestión migratoria en España–, si bien, a través de alguna que otra respuesta parlamenta­rií, se sabe que desde 2014 se repatria en torno a un tercio de quienes tienen orden de abandonar el territorio. Esto es, de 9.500 a 11.500 expulsione­s al año, muy por debajo del número de entradas e incluso del volumen de inmigrante­s que acaban internados en los CIE, expresamen­te concebidos como antesala de deportacio­nes que acaban en puestas en libertad.

No se devuelve a los solicitant­es de protección internacio­nal, cuya petición ha sido admitida a trámite, tampoco a menores. A partir de ahí, las devolucion­es se complican porque los inmigrante­s no portan documentac­ión que facilite definir de qué país proceden. Y cuando se determina, los trámites incluyen complejas negociacio­nes con los estados, que incluso mandan comisiones a España para entrevista­r y, en su caso, aceptar uno a uno a los candidatos a la repatriaci­ón. Y eso que se hace en el marco de acuerdos previos, los hay con 30 estados. Marruecos, además, tiene un cupo, a partir del cual pone trabas. Los viajes de vuelta los paga España.

Se alquilan los aviones de siempre y la dotación económica es «la habitual»

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ABC Algunos de los inmigrante­s trasladado­s a Granada desde Canarias

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