El plató de «Got Talent», un refugio de artistas en pandemia
Ya lo dijeron los miembros del jurado el año pasado: será difícil que alguien supere al ganador de la quinta edición de «Got Talent». A Hugo Molina le bastaron sus tres años, un tambor y el villancico «Campana sobre campana» para emocionar hasta a Risto Mejide. Ajenos al reto, con la confianza ciega de demostrar su talento, los concursantes de la sexta edición del programa, que se estrena mañana en Telecinco (22.00 horas) y hoy en Mitele Plus (bajo demanda), recogieron el capote y se echaron al ruedo de un plató que ha sido refugio de artistas durante un año en el que la cultura ha sido uno de los sectores más golpeados por la pandemia.
«“Got Talent” es el mejor espectáculo de la televisión. No hay ningún programa que tenga tanto talento en tantas categorías», concedió Risto Mejide ayer, durante la presentación de la nueva temporada, que llega cargada de novedades y también de dificultades, casi todas derivadas del coronavirus. En esta edición habrá menos contacto entre el jurado y el presentador, sometidos a test rápidos diarios, con los concursantes. El calor del aplauso, eso sí, está garantizado: al contrario que el fútbol, «Got Talent» sí tendrá público, que arropará a los concursantes ocupando una butaca de cada cuatro. Suya es, además, la mayor responsabilidad: elegir el ganador a través de votación. Debido al riesgo de tener que prescindir de alguno de los pases de oro en los últimos programas, las quince galas fueron grabadas, incluida la final.
Aunque en esta edición la competición más reñida, una vez más, se librará en la parrilla, fuera de los escenarios. El programa de Telecinco y «El desafío», el nuevo concurso de Roberto Leal en Antena 3, se enfrentarán los viernes en una guerra donde no existen los botones rojos ni los pases de oro.
Francia. 2011. Comedia. 109 m. Directores: Olivier Nakache y Eric Toledano. Intérpretes: François Cluzet, Omar Sy, Anne Le Ny...
22.45 Antena 3
a nieve, las carreteras desiertas el lunes a las nueve de la noche y los coches todavía abandonados y atravesados daban una imagen como de «The Walking Dead». Aunque sin zombis. Al leer que el FBI alertó de que grupos ultras planeaban una guerra en el Capitolio, cosa que contradice la versión oficial de la Policía, me he acordado de «Valle de lágrimas». En la serie israelí (HBO), uno de los protagonistas, el soldado listillo y rarito, avisa de un ataque inminente (la guerra del Yom Kippur) y los mandos no le hacen ni caso.
Todo pasa o ha pasado en una serie de televisión. O en «Sálvame». El martes volvieron a dar paso a Pedro Piqueras con una imagen de troncharse: Anabel Pantoja desnuda en la nieve haciéndose un Pedroche. Una no sabe por qué a los famosos les ha dado por ponerse on the rocks (aparte de estas dos, Paco León, Álex González o Paz Padilla en albornoz con la cara de La Chusa). Bien, pues estaban enseñando en «Sálvame» las
Jorge Sanz, a Avilés: «Si haces corazón, no haces prensa, eso no es periodismo, es espectáculo»
La relación entre un hombre tetrapléjico y su cuidador, inmigrante, expresidiario y caradura, resulta tan divertida, emocionante y fresca que convirtieron la película en éxito mundial, y al recién llegado Omar Sy en una estrella. La mezcla de los dos mundos, el correcto y el vándalo, la etiqueta y la camiseta, el corazón y la tripa, es fabulosa. Es cierto que la historia se construye con situaciones que no se apartan mucho del tópico y que sus modélicos mensajes son de cartelería, pero todo ello funciona con inteligencia y humanidad, y sus dos protagonistas (Cluzet y Sy) saben chocar y producir chispas de simpatía.