Limpio y agridulce romance de madurez
«23 PASEOS»
Dirección: Paul Morrison. Intérpretes: Alison Steadman, Dave Johns, Rakhee Thakrar... na vieja historia que se ha contado varias veces y de diversas maneras, pero ninguna de ellas de un modo tan franco y cercano, casi vecinal, como la construye Paul Morrison. El título alude a los encuentros de dos personajes, ya maduros, en un parque junto a sus perros y al sedoso idilio que va urbanizando su relación durante sus salidas…, el itinerario sin brújula premeditada de un vínculo. Un hombre y una mujer que solo tienen pasado y saturación, pero que conservan una saludable y humana limpieza en su mirada. Más que por el guion (también de Paul Morrison) o por la originalidad de la puesta en escena, «23 paseos» arrincona emocionalmente al espectador por la calidad y espontaneidad como recién exprimida que su pareja de actores vierten en sus personajes.
Los protagonistas, Alison Steadman y Dave Johns (tan repleto de honradez, bonhomía, amargura, humor y ternura como en «Yo, Daniel Blake», la película de Ken Loach), hablan, se comportan y transmiten sus sentimientos no solo con veracidad, sino también con esa naturalidad de quien no interpreta, como si estuviera, sin ser consciente, delante de una cámara oculta. Lo cual resulta razonable, pues son dos grandísimos actores, pero es que, además, no solo irradian esa frescura y cordialidad al espectador, también se impregnan de ella incluso los dos perros que los acompañan, un pastor alemán y un yorkshire que, francamente, ocupan y expresan en el plano tanto espacio y emoción como sir Laurence Olivier con una calavera en la mano.
La cautela y el sigiloso avance romántico entre ellos es la fragancia del argumento, aunque se ve impregnado sutilmente por otros olores, como un reproche social, el acorralamiento a la vejez, o los prejuicios y desconfianzas con que te va tapizando la vida. No se puede estar ante esta película más que confortable y amable, aunque siempre cabría el ponerse avinagrado y ocurrente.
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