▶El aleman ha alcanzado su plenitud en el Barcelona, ganándose a la grada por merito deportivo y por su integración
«No tenía estudiados los penaltis, pero estoy supercontento». Así de simple y rotundo se mostraba Marc-André Ter Stegen tras meter a su equipo en la final de la Supercopa después de una actuación memorable ante la Real Sociedad, que culminó atajando los penaltis lanzados por Bautista y Oyarzabal en la tanda. El alemán fue la gran apuesta hace siete temporadas de Andoni Zubizarreta, quien confió en su instinto, en su experiencia (fue dueño de la portería del Barça durante ocho años tras suplir al carismático Urruti) y en el aval de once informes técnicos de la casa sobre el cancerbero. Es su mayor legado como director deportivo del club azulgrana, que prefirió apostar por el teutón y rechazar a Thibaut Courtois, con el que algún directivo había llegado a un acuerdo.
«Zubizarreta me explicó lo que significaba ser portero del Barça, la historia del club y lo que esperarían de mi parte. Me convenció con palabras y con sentimiento. Zubizarreta es una persona espectacular. Nunca había estado en Barcelona y todo lo que me contó me lo hizo llegar de tal forma que acepté y di el paso a una nueva etapa en mi vida. Y aquí estamos ahora pudiendo decir que tomé la decisión acertada», agradece Ter Stegen.
Pero no fue un camino de rosas. No solo tuvo que pelear contra el recuerdo de Víctor Valdés, sino también contra Claudio Bravo, escogido por el cuerpo técnico de Luis Enrique, entonces entrenador del Barcelona. Juntar a dos porteros tan buenos exigió una solución salomónica: Bravo jugaría la Liga y Stegen la Copa y la Champions. Tras dos años con esta dinámica, el alemán se plantó. Quería más protagonismo. Su continuidad se zanjó tras una larga charla con Juan Carlos Unzué, asistente de Luis Enrique, durante el vuelo de regreso de Japón para apaciguar el enfado que tenía por su suplencia en el Mundial de Clubes. Ya no estaba Zubizarreta, pero Unzué le hizo creer que acabaría siendo intocable. No obstante, lanzó un órdago cuando el City le tentó en verano de 2016: «O Bravo o yo». Y el Barça eligió. Desde ese momento, Ter Stegen se ha convertido en un futbolista fijo (junto a Leo Messi) para todos los entrenadores que han pasado por el Camp Nou.
Capitán sin brazalete, Ter Stegen se ha ganado el respeto del vestuario y el cariño de la grada, que valora el esfuerzo del alemán por integrarse. Huye del arquetipo de futbolista famoso y prefiere pasar desapercibido. Enamorado de Barcelona, es habitual verle desplazarse en patinete eléctrico, en metro o paseando por el céntrico barrio de Gracia, donde reside. «Casi me siento mejor en Barcelona que en mi propia ciudad», asegura. Y argumenta los motivos: «Soy un tío normal que quiere estar tranquilo en un café, como cualquiera. Y aquí la gente me respeta mucho, me ayuda a vivir una vida normal».
Su español es académico y fluido y su integración total. Decidió casarse en Sitges en 2017 con Daniela Jehle, que, mientras su novio salvaba una y otra vez al Barça de los ataques rivales, se graduaba en Arquitectura en la Universidad de Barcelona. Y hace poco más de un año tuvo con ella un niño llamado Ben. Hace unos meses decidió ampliar su contrato hasta 2025, adecuando su salario a la crítica situación económica que vive el club por la pandemia. «Barcelona se ha convertido en mi casa, así que estaba claro qué camino iba a tomar», aseguró.
De los mejores del mundo
Muchos consideran que es el mejor guardameta del mundo, por actuaciones como la del miércoles. «Ter Stegen es un monstruo. Los mejores porteros para mí ahora mismo son él y Oblak, y después están Neuer y Courtois. Está demostrando cada domingo porqué está en ese póker», explica Miguel Reina a ABC. El mítico exportero del Barcelona y Atlético de Madrid añade: «Me gusta su saber estar en la portería. Lo tiene todo, reúne un cúmulo de facultades extraordinarias que le dan ese buen hacer bajo palos. Sabe salir, sabe tapar, sabe mandar, es ágil... Es muy completo». Ahora su próximo reto es alzarse con la titularidad en la selección alemana, donde ya está acosando a Manuel Neuer.
Órdago al club
«O Bravo o yo», retó en verano de 2016 cuando el City le tentó. No hubo dudas y el Barça apostó por el alemán
Integrado en el estilo de vida catalán
Suele pasear por Barcelona y desplazarse en metro o patinete eléctrico. Se casó con Daniela Jehle en Sitges