La fuerza invencible
Sentir esa fuerza invencible es el fruto del matrimonio que aporta a los conyugues una estabilidad y bienestar inigualable. Para conseguir ese status es necesario ofrecer amor, solidaridad y entrega incondicional, (basado en el respeto y la educación, respetando siempre el espacio vital del otro/a) que jamás debe disminuir sino acrecentarse con los años e ir por delante incluso del amor a los hijos. Tener claro, que el bienestar del otro/a es tu bienestar. En el matrimonio no se puede nadar y guardar la ropa, hay que poner toda la carne en el asador, hay que jugárselo todo a una carta dando lo mejor de sí, a las duras y a las maduras; física, emocional y económicamente por ambas partes por igual, de lo contrario no funciona, no se puede decir esto es mio o esto es tuyo, como está de moda ahora. De ahí lo importantísimo que es acertar con la persona adecuada fríamente al margen del pasional enamoramiento. Me dan mucha pena las parejas que forman una familia sin estos principios, el 99 % sólo se fijan en lo que van a sacar de esa relación, en el sexo y en la fachada y así van las cosas. en nuestra nación y en el mundo entero. Creo que esta apreciación se repite en nuestras vidas cada comienzo de año y es natural que así sea porque nadie es adivino. Sin embargo, en «tiempos normales» este fenómeno no alcanza los niveles de incertidumbre que casi todo el mundo siente en esta ocasión. La causa principal nos viene dada por la terrible pandemia que nos asola, pero hay otros factores subjetivos que nada tienen que ver con el maléfico virus. Uno de ellos es la pérdida de confianza en algunas personas o grupos humanos por culpa de sus comportamientos. Como carezco de conocimientos de sociología y psicología, he buscado en internet definiciones del término confianza y me quedo con una de ellas que señala: «En sociología y psicología social, la confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos». Pues por ahí va precisamente lo que ocurre en nuestro país, porque según una encuesta que he consultado, los españoles somos de los europeos más desconfiados y ello responde a una serie de circunstancias diversas que no voy a enumerar. Porque no se puede prometer algo y hacer lo contario; ni decir que no se va a pactar con el diablo y hacerlo al día siguiente con toda la corte satánica; o que no podría dormir con determinado sujeto y ahora hacerlo hasta en la siesta. Lo peor de todo esto es, que nuestros descendientes se van a encontrar con unas prácticas que los llevarán a establecer altísimos muros de desconfianza hacia los demás, rompiendo nuestra tradicional forma de ser: abiertos y solidarios.