Caminante... ¡Sí hay camino!
Esta extraordinaria nevada, tan persistente y endurecida por un frio continuo, ha blanqueado toda la Comunidad de Madrid, extendiéndose como un manto blanco de gran espesor. Servidor, ha percibido una señal al intentar transitar sobre la nieve, buscando un «camino seguro» desde mi casa hacia el kiosco de prensa, después de estar sin salir varios días. Percibiendo que el poeta, el gran poeta Machao se equivocó, al decir: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar». Pues he comprobado que sí, hay un camino abierto y seguro entre la nieve y el hielo resbaladizo por donde transitar. Camino abierto por los operarios de los servicios municipales, auxiliados de potentes máquinas quita-nieves facilitando el tránsito de vehículos. Camino despejado de nieve y utilizado también por las personas. Dada la seguridad que ofrece caminar en y por él. Evitando peligrosos deslizamiento y caídas por la nieve endurecida y convertida en nevero escurridizo. Como consecuencia de las múltiples pisadas de los caminantes al andar, cuando la nieve estaba recién caída. A veces, al llegar a una encrucijada o cruce de calles, se perdía el camino, se cortaba…, había que buscarlo dando un rodeo…, pero al fin aparecía, allí estaba.
Tod una «blanca lección» para aquellos y aquellas que ansían (ansiamos) luchan (luchamos) y sufren (sufrimos), buscando una seguridad, un futuro real y esperanzado hacia un vida más allá del presente. Sí, amigo Machado, sí hay y existe un «Camino» abierto, fiable, fiel y seguro para caminar y transitar por Él. Válido para nuestro presente y con rumbo firme hacia la eternidad. Tiene un nombre ese Camino: Jesús de Nazaret, Señor nuestro, con Él la Vida y la Verdad.
Raro es el día que no se pronuncian profusamente los medios de comunicación sobre la ley de eutanasia que ya ha pasado el primer filtro del Congreso de los Diputados. Y además con una gran mayoría. Transcurrirán pocos meses para que, a su paso por el Senado y si Dios no lo remedia, la malhadada ley luzca (con el regocijo estúpido del progresismo barato) en las páginas del BOE. Aunque ya se ha dicho todo, o casi todo,
Operarios retirando nieve en las calles de Madrid sobre este asunto, con muchísimas más contras que pros, yo también quiero señalar cuál es mi punto de vista sobre esta repugnante ley. En primer lugar, debo expresar mi gran extrañeza de que «sesudos» señores y «discretas» señoras crean que lo prioritario es ir contra la vida los seres humanos más vulnerables; unas veces evitando que nazcan niños y otras procurando la muerte de ancianos y enfermos de todas las edades. La mayoría de las veces hacen alusión a casos concretos —muy particulares— que se dan muy rara vez, para querer así generalizar; pero ni aún así están en posesión de la verdad. Puestos a querer controlar la vida humana, como si de dioses se trataran, bien harían sus propagandistas en considerar que ni el aborto ni la eutanasia son signos de progreso o de civilización. Porque jamás será cívico ni progresista, quitar deliberadamente la vida de un ser humano, ya sea evitando un nacimiento o provocando una muerte, Y me da igual el procedimiento que usen para justificar estas acciones los partidarios de estas aberrantes prácticas, porque entiendo que van en contra la ley natural. Y me sorprende grandemente, que las quieran vestir con los ropajes del progreso.