Tragedia y milagro
La explosión ocurrida en un inmueble de la céntrica calle de Toledo fue sin duda una tragedia, pues así lo indica el terrible balance provisional de daños humanos y materiales que siguieron al estruendo que, a eso de las tres de la tarde, dejaba en estado de shock a este popular barrio madrileño: tres fallecidos, una decena de heridos (uno de ellos grave) y la destrucción de buena parte del edificio siniestrado por un incidente con la caldera del gas que se estaba reparando. Pero a la vez se produjo un milagro porque se daban todos los elementos para que a estas horas hablásemos de una de las peores catástrofes vividas en la capital al producirse, pared con pared, junto a una residencia de ancianos, un colegio y la parroquia de la Virgen de la Paloma, siempre tan concurrida de feligreses. El patio del centro escolar, afortunadamente vacío en ese momento por el frío de estos días, quedó cubierto por los cascotes salidos como metralla de la explosión hacia allí. Estremece pensar en ese patio lleno de chiquillos a eso de las tres de la tarde. Como conmovía también ver el desalojo de los ancianos con sus andadores, realojados de urgencia en un hotel cercano, con la calzada llena de escombros, el edificio aún humeante y el barrio convertido en un manicomio en la tarde en que la tragedia y el milagro visitaron Madrid.