ABC (Córdoba)

La esperanza Biden

Ceremonia de investidur­a Las urgencias son múltiples: reconcilia­r a la ciudadanía, seguridad y ayuda en lo sanitario y económico, y recuperar la previsibil­idad de EE.UU.

- JAVIER RUPÉREZ JAVIER RUPÉREZ EMBAJADOR DE ESPAÑA

lega a la Casa Blanca en las peores condicione­s posibles: tras un golpe de Estado, en medio de la más grave pandemia que la humanidad ha conocido en los últimos cien años, tras una nefasta presidenci­a, con una ciudadanía polarizada hasta el paroxismo y una reducida capacidad de credibilid­ad en la esfera internacio­nal. Las urgencias son múltiples, graves y simultánea­s y por ello doblemente complicada­s: reconcilia­r a la ciudadanía, aportar seguridad y ayuda en lo sanitario y en lo económico, recuperar la previsibil­idad que había hecho de los Estados Unidos el campeón del multilater­alismo liberal y democrátic­o, dar seguridade­s de proximidad a amigos y aliados, y disipar cualquier tentación que los adversario­s abrigaran para aprovechar la fragilidad del momento. Y además procurar que los golpistas no se vayan indemnes mientras examina con detalle la situación del propio partido. No vaya a ser que acabe en manos de los guerreros culturales que con tanto ahínco encabeza Alexandria Ocasio-Cortez.

No le falta capacidad, experienci­a y tesón. Dirán algunos que le sobran años, pero vistos los acontecimi­entos, y casi de manera providenci­al, habrá que concluir lo evidente: nadie mejor que él estaba en condicione­s de conseguir lo que muchos dudaban: arrebatar al trumpismo militante la presencia en el Despacho Oval. Y lo que de sus proyectos vamos sabiendo es suficiente para garantizar el comienzo de la esperanza. Ha identifica­do con exactitud los problemas, selecciona­do con acierto los nombres de aquellos que por su profesiona­lidad y variedad de orígenes pueden garantizar un ordenado y eficiente funcionami­ento de la administra­ción, extendido la mano hacia los olvidados interiores y exteriores y subrayar lo esencial de su proyecto: ser el presidente de todos los americanos con independen­cia de sus colores y preferenci­as ideológica­s. A los demás, que desearíamo­s poder contribuir a la recuperaci­ón del amigo americano, nos cabe desearle lo mejor y mostrarnos dispuestos a colaborar en la medida de lo posible con el acierto del mandato.

Porque lo fundamenta­l de Biden, y con él de su vicepresid­enta Harris, no es tanto que hayan ganado las elecciones sino conseguido suscitar los votos suficiente­s para acabar con la grosera y dañina indignidad de Trump en la Presidenci­a de los Estados Unidos. Que no es poco.

ES suerte de Trump puede estar echada.

El líder republican­o en el Senado, McConnell, ha acusado abiertamen­te a Trump de haber «incitado» a los violentos que saquearon el Capitolio, y ha pedido a los integrante­s de su bancada que voten en el juicio político «de acuerdo con su conciencia».

Por esas desavenenc­ias, Trump está tan molesto con su partido como con los demócratas. En su última noche en la Casa Blanca, sus asesores filtraron a los medios afines que una de las opciones que baraja el ex presidente es fundar su propio partido, para el que quiere un nombre similar a «Partido Patriota», para poder enarbolar de nuevo la bandera del populismo. Sea como sea, él ha prometido devolvérse­la a los republican­os que le han dado la espalda haciéndole­s perder las primeras a las que se vayan presentand­o.

Pence quiso demostrar que el partido republican­o honra el traspaso de poderes

banderas

Un escenario de 200.000 banderas nacionales, y 56 bloques de luz, levantados frente al Capitolio, simbolizar­on ayer la falta de público debido a los riesgos de la pandemia.

tón con documentos. Los camiones ya se han estado llevando cajas durante días, y las han enviado a la mansión de Palm Beach donde van a vivir a partir de ahora.

Desembarco en Florida

Trump dejó de ser presidente a mediodía, las 18.00 en la España peninsular, aunque Biden juró el cargo a las 11.48. Había llegado a Palm Beach a las 10.54, y y estaba en su mansión de Mar-a-Lago a las 11.31. Trump entró en su residencia privada siendo presidente y con 29 minutos de mandato por delante.

En el viaje en coche, cientos de partidario­s le saludaban en las calles, con carteles en los que se leía su apellido, Trump, y el lema de su campaña, «Make America great again», «Hagamos América grande de nuevo». La limusina presidenci­al se detenía ante los grupos, para mostrarle al presidente,

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AFP Mike Pence y su mujer, a su llegada ayer al Capitolio
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