ABC (Córdoba)

EL INQUISIDOR

- RAFAEL RUIZ

SI la alcaldesa de Aguilar, Carmen Flores, es una fanática peligrosa, el que escribe es monje budista tibetano. Poca gente tiene ahora mismo IU en la provincia de Córdoba con ese perfil, si no recuerdo mal de sus años en la Diputación de Córdoba. Allí fue ejemplo de discreción, trabajo y buen hacer. De hecho, ha entrado en la polémica por la puerta grande, en plan brutal, producto de una decisión sobre memoria histórica —que eso es verdad de la buena— y el eterno problema de mezclar culo y témporas.

La cruz de las Descalzas, como tantas otras repartidas por España, se puso por lo que se puso, dejemos las medias verdades. Fueron homenajes nacionalca­tólicos a una parte de los muertos —dejemos ya lo de caídos, que no estaban en una escalera— de la Guerra Civil. Pasadas décadas, en la mayor parte de ellas se eliminaron los mensajes más evidenteme­nte franquista­s generando un desnudo icono cristiano universal que, en estos momentos, solo es noticia cuando lo quieren quitar. Dicen por ahí que Franco lleva muerto un tiempo.

En Vallellano —la anteriorme­nte conocida como avenida del Flamenco—, hay una cruz similar bien grande. Cuando gobernaba Zapatero y se aprobó la Ley de Memoria Histórica, el PSOE decidió que retirando la cartelería alusiva a 1939 no había por qué derribarla. En el anterior mandato, si recuerdan con lo de Isabel Ambrosio, se cambió Cruz Conde de nombre pero a nadie se le ocurrió derribar el monumento, que está rematado con una escultura femenina que es un antiguo homenaje a la aviación. Cosa que nadie sabe muy bien explicar.

La alcaldesa de Aguilar optó por quitar la cruz generando, oh sorpresa, la animadvers­ión de personas que consideran que se actúa contra sus legítimos sentimient­os religiosos. La foto de la cruz en la escombrera, alcaldesa, no ayuda. Pero sería bueno aclarar que lo que quería Carmen Flores era colocar en su lugar la estatua en homenaje a Rodrigo Varo y Antequera, noble local que puso los dineros para la iglesia cercana. Con billetes para tostar una vaca, acabó tomando el hábito franciscan­o. Eso le llevó a ocupar cargos en la Inquisició­n. Y eso nos lleva a detectar algunos fallos puramente históricos en el infalible plan ejecutado en Aguilar.

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