La sobrecapacidad tras la fusión se convierte en el gran reto del nuevo grupo a medio plazo
El fruto de la fusión entre FCA Fiat y PSA Peugeot, Stellantis, es desde este lunes el cuarto mayor fabricante de vehículos del planeta. Y su nuevo CEO, el portugués Carlos Tavares, el tercer hombre más poderoso del sector, tras Akio Toyoda, presidente de Toyota, y Herbert Diess, de Volkswagen. Pero su primera labor será demostrar si, como aseguró, parafraseando a la Gestalt en su primer discurso al frente del nuevo grupo, «Stellantis es más que la suma de sus partes». Porque en el nuevo panorama, más competitivo, las tres fábricas españolas del grupo, con 14.000 empleados, tendrán que continuar demostrando su rentabilidad.
Los analistas coinciden en señalar que el nuevo consorcio presenta un gran exceso de capacidad. Según un informe de la consultora LMC Auto, la nueva empresa podría producir al año 14 millones de vehículos, pero en 2019, antes de la pandemia de coronavirus, FCA y PSA produjeron y vendieron, por separado, algo más de ocho millones. Es decir, la utilización de sus plantas se sitúa en el 58%. La situación es especialmente problemática en Europa, donde a las 17 plantas de lo que era PSA se suman otras diez factorías de Fiat –una, en Italia, ya la compartían–. Y afecta especialmente a las instalaciones de la rama «italiana» del consorcio, repartidas en su mayoría por Italia (7 centros), Polonia, Serbia y Turquía.
«No vamos a cerrar ninguna planta como consecuencia de la fusión», prometió Tavares. «Las fábricas son un activo importante de la empresa, por tanto, ¿por qué no sacarles el máximo partido posible?», insistió. Y apuntó también que «Stellantis es un escudo para el empleo», puesto que «lo dramático para los puestos de trabajo hubiera sido una situación en la que no hubiéramos podido fusionarnos».
Según sus cálculos, las nuevas normativas medioambientales encarecerán los coches entre un 20 y un 40% en los próximos años. «Sin una escala suficiente uno no puede brindar una infraestructura capaz para la nueva movilidad limpia, segura y asequible», dijo. «Si uno aumenta los costes, también sube los precios y pierde clientes; o bien reduce sus márgenes y entonces hay que reestructurar la empresa. Stellantis permite tener la magnitud suficiente para diluir los costos y comprar mejor», explicó.
Vigo
Portugal España
Madrid
Zaragoza
Compañías y elaboración propia
En España, Fiat no tenía ninguna planta, pero sí PSA, con tres instalaciones en Vigo, Zaragoza y Madrid. Sus factorías, en principio, cuentan con un elevado nivel de competitividad y están, además, adaptadas a la nueva movilidad eléctrica, y ya fabrican modelos impulsados por baterías. «Vigo ha hecho los deberes durante muchos años y siempre hemos sido muy competitivos, por lo que no tenemos una preocupación, al menos a corto plazo, ante la fusión», explica Aser Sanz, secretario general de UGT en la planta de Vigo. No obstante, «siempre está la posibilidad de que entremos en competición con otras plantas a la hora de adjudicar nuevos modelos; o bien que, a largo plazo, las sinergias no sean beneficiosas y deriven en reducción de plan
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