«Guernica demostró que Hitler podía reducir Londres a cenizas»
Tim Bouverie Historiador ▶ Un ensayo aborda el fracaso europeo para evitar la Segunda Guerra Mundial
Aquel octubre de 1938, el primer ministro Neville Chamberlain estaba exultante tras la firma del Pacto de Múnich con Alemania. Como si fuera una victoria, desde el balcón del número 10 de Downing Street elevó la voz para que pudieran oírle sus seguidores: «Habrá paz para nuestro tiempo». Creía, inocente, que la enésima concesión a Hitler (en este caso, permitirle la anexión de parte de Checoslovaquia) había logrado calmar sus ansias expansionistas. Menos de un año después, sin embargo, el Tercer Reich invadió Polonia y estalló la Segunda Guerra Mundial. ¿Fue su candidez la que dio alas al águila teutona?, ¿se amilanaron las potencias occidentales ante la posibilidad de un nuevo enfrentamiento? Todas estas preguntas son las que aborda el historiador Tim Bouverie en «Apaciguar a Hitler» (Debate), un ensayo histórico en el que, por vez primera, se analizan con ojos críticos los siete años en los que la sociedad albergaba una mínima esperanza de evitar un conflicto mundial.
—¿Cómo definiría la política de apaciguamiento?
—Fue un intento por parte del gobierno británico, y en menor medida del francés, de evitar la guerra haciendo concesiones razonables a los estados dictatoriales. La controversia que surgió de este concepto giró en torno a qué se podía considerar razonable.
—¿Fueron las concesiones hechas a Hitler razonables?
—Más bien inútiles. El problema es que esta política solo funciona si la persona a la que quieres apaciguar es razonable y está dispuesta a aceptar una serie de concesiones. Hitler no era alguien a quien se pudiese saciar, por eso no sirvieron de nada.
—¿Debemos entender esta política como una muestra de debilidad por parte de las grandes potencias?
—Chamberlain no creía que el Reino Unido tuviese medios suficientes para enfrentarse a Alemania. Pero también fue un intento de proteger a Europa de las atrocidades de la
Gran Guerra. Además, los estadistas estaban convencidos de que en el siguiente conflicto europeo se masacraría a la población civil a gran escala debido a las innovaciones militares. Bombardeos como el de Guernica en España marcaron la política de apaciguamiento porque demostraron que Londres o París podían quedar reducidas a cenizas en cuestión de semanas.
—¿Influyó entonces Guernica en la mentalidad de Chamberlain?
—Provocó miedo. En los treinta se había generalizado el miedo a los bombardeos. Se había extendido la idea de que no había suficientes defensas para detenerlos y de que no se podía proteger a la ciudadanía. Tras Guernica, por primera vez, hubo documentos gráficos de los efectos en la población y en las urbes de estos ataques.
—¿Era Chamberlain un cobarde, un engreído, un genio, o todo a la vez?
—Era arrogante y susceptible a la adulación. Estas características le impidieron escuchar a aquellos que podían ofrecerle muestras claras de que su percepción del problema alemán era errónea. Cuando se entrevistó con Hitler sus halagos le obnubilaron. Creyó mentiras como que se detendría tras la invasión de los Sudetes. Eso fue un enorme error.
—Los defensores de Chamberlain afirman que ganó tiempo a partir de 1938 para que Gran Bretaña se rearmara…
—Este argumento es una falacia. Ese año favoreció a todos, y en especial a Alemania. Además, el Reino Unido perdió la capacidad de que la URSS participara del lado aliado al entrar en defensa de los checos. Por último, Chamberlain estaba convencido de que su política era la adecuada, no miraba más allá.
—¿Ve alguna relación entre la situación de los años treinta y la actual crisis política en Estados Unidos?
—Tenemos que recordar que, si bien ha ganado Biden, el segundo ha sido Trump. Es peligroso ser complacientes. No podemos pensar que habrá un retorno al pragmatismo de la política norteamericana porque todavía hay mucha gente que apoya el trumpismo. Esto lo han motivado mentiras contadas por políticos y medios, algo que ya ocurrió en los años treinta, cuando se convenció al pueblo alemán de que había sido apuñalado por los judíos. Si estas falacias se propagan durante varios años se genera lo vemos hoy: una situación de división muy clara.
«Chamberlain no creía que el Reino Unido tuviese medios suficientes para enfrentarse a Alemania»